viernes, 25 de enero de 2013

Bárcenas no es sólo un corrupto.

Simplificar el “affaire Bárcenas” particularizando en personajillos es incorporarse por omisión al síndrome de las tabernas del “este país está lleno de chorizos”, y no parece que sea el caso de un presunto macro delincuente, macro defraudador y demás macros, que obviamente también. Lo que han destapado los gargantas profundas es que  uno de los ex tesoreros del partido del gobierno,  rama gruesa del árbol de la trama Gurtel, apodo de la financiación ilegal de dicha fuerza política, parece ser que ha planteado “o me salváis o nos hundimos todos”, esta es la inquietante fragilidad de un partido cuyos efectos colaterales convierten a las instituciones, y a la propia democracia, en desacreditados entes, víctimas de un sistema perverso y pervertido, heredado del régimen preconstitucional, donde el atado y bien atado nunca terminó de desmontarse completamente.

La  lucha contra la corrupción hasta las últimas elecciones en España, en Madrid, en Valencia, y demás territorios afectados no daba votos. Pero el desproporcionado y virulento  negocio de la crisis ha fundido  todas las alarmas y, el “laissez-faire” ha saltado por los aires.


Para empezar se ha roto el pacto social que la ciudadanía tenía con sus representante electorales, y la abstención a partir de ahora me temo muy mucho que será una de las reacciones de este pueblo estafado, para parar el despropósito de quitárselo a los pobres para seguir dándoselo a los ricos.

Hay que  gestionar la indignación, traducirla en acción y plantear la insuficiencia de las comisiones de investigación, de la lenta, a veces parcial y a veces reversible acción de la justicia, aunque obligada y necesaria.


Por eso lo realmente innegociable y apremiable para recomponer y reconciliar a los unos con los otros, además de desactivar la impunidad de los privilegiados y  limpiar las cloacas, es modificar de raíz  la Ley Orgánica de Partidos políticos,  que fue fruto del pacto de la Transición para dar la estabilidad necesaria  a dicho  proceso, y una  ley de Transparencia que incluya desde la Casa Real, al Ejercito, la Iglesia y los partidos políticos entre otros, es decir pactar una nueva transición democrática de desmontaje del andamiaje de la corrupción, y un pack legislativo de total “Regeneración Democrática”.

 
Kechu Aramburu.

El Correo de Andalucia 
24 enero 2013