martes, 30 de agosto de 2011

¿Y si tuviéramos algo que ver el profesorado, en esto del fracaso escolar?.


Lo sé, lo sé , no tenia toda la razón la ponente, no es aparentemente comparable nuestro 35% de fracaso escolar, con los efectos que pueda provocar un cirujano, si se le mueren el 35% de sus pacientes en el quirófano, o a un ingeniero si se le derrumban el 35% de sus puentes, o a un arquitecto si se le hunden el 35% de sus bloques de pisos. Ellos, por eso pagarían con multas, indemnizaciones, desprestigio, repulsa, condenas, que pueden terminar incluso en las cárceles, amen de otras consecuencias.

Buscar similitudes seria extrapolar ,amplificar, simplificar, pueden sonar a recurso demagógico. Pero es curioso, nosotros los docentes, cuando suspendemos masivamente, acostumbramos a culpar al alumnado, es que... no estudia, no trabaja, no..., es un desastre, e incluso tiene un cierto pedigrí suspender bastante; y por el contrario está francamente mal visto aprobar mayoritariamente, ¿qué paradoja?

Jamás se nos ocurre una auto revisión crítica, para comprobar si nosotros magistrales profesores, no tendremos algo que ver, en este fracaso escolar-social.

¿O todos los profesionales tienen responsabilidades en el resultado final del producto, para bien o para mal, menos nosotros?. Utilicemos el más común de los sentidos y aceptemos que lo que está pasando es más que grave, y averigüemos el porqué, y como dar la repuesta adecuada. Porque el indicador numero uno del Estado del Bienestar Social de un país, es la salud de su Educación.

Por lo tanto, evitemos que se cumpla la Ley de Murfy, y nosotros y nosotras actores y actrices de este capitulo de la historia social, dejemos de repetir todos los días la misma función , como si no pasará nada, o es que no vemos que a nuestro público, el alumnado, no le interés esto. No le interesa lo que estamos explicándole, lo que cada hora, durante seis horas seguidas, todos los días, cambiando cada 60 minutos de partitura, empezando por las raíces cuadradas, la siguiente por el género de los sustantivos, después tratamos de que se aprendan el presente continuo de “TO WORK”; paramos para el bocata, y continuamos con el gótico, después con las células, y si hay suerte terminamos a las tres de la tarde, después de haber cogido el compás, haberse puesto el chándal, o haber tocado incluso la armónica.

Después de comer, acostumbran a ver una cadena que no es la dos, e inician su adicción de cada tarde a las redes sociales, chatean, y navegan por el siglo XXII, con los aprendizajes de la mañana del siglo XX.

Sinceramente piensan que han procesado los contenidos de las materias que le hemos impartido, que aplican lo supuestamente aprendido. No sólo tengo la impresión de que no, sino que los tozudos y reincidentes datos estadísticos, señalan implacablemente que ¡no!

Nuestra ingente inversión de energía, es inversamente proporcional a los resultados obtenidos. No seamos como somos, hagamos los esfuerzos en otra dirección, no en pensar que son unos impresentables adolescentes, que pasan de todo. No diluyamos nuestra inteligencia, y reciclemosnos, actualicemosnos, formemosnos en los nuevos aprendizajes.

No lo planteo por altruismo, se trata de que nuestro trabajo tenga utilidad, de que seamos artífices del éxito social, que estamos ante la no-deseada disyuntiva: o cambiamos o nos cambian, y por decreto no vale, no deben, sería un error, pero pasado ya los albores del siglo XXI, y en medio de un final de época más que reconocido, la historia de la educación no puede ser la historia del gato pardo.

No valen las excusas de exacerbado maniqueísmo, o auto-complaciente fatalismo del: ¿qué puedo yo hacer?,o es que esto no tiene solución, esto no depende de mí, es que los gobiernos ,los Estados, la sociedad, los malvados políticos...
Yo, no me resigno a que mi trabajo tenga un 35% de fracaso, no me resigno a que mi alumnado esté a la cola de la UE, a la cola del Estado español. No me gusta que mi esfuerzo y el de mi profesión, nos sitúe los últimos de la fila.

Agosto 2011.

Kechu Arámburu.

COMO ADAPTAR LO QUE YA SE, A LO QUE TENGO QUE APRENDER PARA ENSEÑAR.


Para iniciar esta travesía, es necesario disponer de las siguiente premisas: el reconocimiento de que la licenciatura, la diplomatura o el modulo correspondiente, son necesarios par acceder a la docencia; que la formación y la experiencia son grados asociados en esta profesión, con lo que se supone está garantizada la capacitación; y que en la mayoría de los casos, aunque de forma muy desigual, tiene además un acompañamiento personal, de compromiso e implicación, reconocidos.

Parece que en este diagnóstico del profesorado podría reconocerse cualquiera, y entenderse que se está preparado para entrar en cualquier aula, en cualquier momento, a cualquier hora y en cualquier minuto, sin más dificultades que la de toda la vida: impuntualidad, absentismo, mal comportamiento, no saberse los temas, no hacer las actividades, etc,etc...

El problema a estas alturas, es que lo dicho pueden ser conflictos de baja intensidad, cuando el fracaso escolar ronda el 35%, alcanzándose en algunas zonas de exclusión el 48%. Y es entonces cuando se enciende la alarma social, y todos y todas sin excepción hemos ya traspasado la frágil linea roja, entre el fracaso y el éxito social.

Residenciar todas las causas de forma exógena en el alumnado,en la familia o, en la sociedad, sería un ejercicio de irresponsabilidad, así como el no asumir corresponsablemente la crisis, del modus operandis del proceso de enseñanza-aprendizaje, que está provocando los peores resultados del sistema educativo, en las enseñanzas obligatorias de la historia de la democracia, significaría no estar dispuesta ni dispuesto a revisar todo aquello, que sea suceptible de ser mejorado, incluso abordar los inevitables cambios, para conseguir uno de los objetivos vertebrales, convertirnos en mediadores para con el alumnado, con el fin de que puedan adquirir las competencias básicas, para configurar una ciudadanía, más cualificada, más critica ,más formada, mejor.

Por lo tanto seamos capaces de entender, que además de, saber todo lo que sabemos, que es muchísimo,de ser profesionales intachables, reconocido por claustros, familias y alumnado, hoy ese currículum vitae, necesita ser renovado y ampliado, y dejar un espacio disponible para llenarlo de nuevos y diversos aprendizajes, que nos capaciten más y mejor para entrar en las aulas con certezas y sin incertidumbres, ante los retos de la escuela del siglo XXI.

Bueno sería, descartar cualquier posición de atrincheramiento, que pueda esconder inseguridad, o de dogmatismo acrítico que actúe sobre la base,de que todo lo nuevo vale para sobrevivir, o de manifiesta indiferencia que demuestre una evidente desprofesionalización; más bien deberíamos iniciar un proceso alternativo, de forma receptiva, colegiada, cooperativa y compartida, sumando voluntades y practicando realidades, sobre las reformas planteadas.

Por ello y para ello,es necesario conocer y asumir lo que está verificándose, como una mega-opción para el tercer milenio, como es la incorporación de las competencias básicas al diseño, y al desarrollo del currículo, con una finalidad entre otras, ayudar a transformar las debilidades del sistema, en las fortalezas de la educación, como motor del cambio.

Desde 1.997, y en el marco de la OCDE, el informe “la Definición y Selección de Competencias Clave “, y en la propia UE, el programa de trabajo “Educación y Formación 2010”, instan a las reformas nacionales, que culminan en nuestro país, con la Ley Orgánica de Educación ( LOE ),promulgada el 3 de mayo del 2006,donde se incorporan las competencias básicas, en el currículo del sistema educativo español, y de las enseñanzas mínimas de la Educación Obligatoria.

Todo esto ha sido, el resultado de revisar las estrategias y los objetivos de la educación en un mundo globalizado, de grandes convulsiones, acelerados cambios, con un potente desarrollo tecnológico, con maxi-informaciones descodificadas, y con un desarrollismo insostenible, que provocan desvertebración social, y fuertes desigualdades sociales; por lo que se hace necesario buscar nuevos paradigmas, vinculados, no sólo al saber, a la instrucción, y al conocimiento transferido, sino a las competencias básicas, para el desarrollo combinado del proceso de aprendizaje individual y social.

Porque, aprender la tabla de multiplicar de memoria, no es la mejor ni la peor opción, usar la calculadora un mal menor, no saberla manejar es la peor de las opciones, y la pésima habérsela aprendido y no saberla utilizar, y es ahí donde aparece la necesidad de aprender a pensar, a programar, a enseñar y a evaluar, por Competencias Básicas.

Agosto 2011.
Kechu Aramburu.