sábado, 27 de diciembre de 2014

Carta a los cuatro reyes



 
Bien pensado sólo me dirigiré a usted, Rey Felipe VI, único de carne y hueso.
 
 
 
 



Estuve atenta en el marco del ritual a su discurso de Navidad, por saber sin interpretaciones de cuanto arsenal constitucional y voluntad política dispone, como árbitro del Estado español. Decirle que amén de la laicidad y de la comparativa sobria puesta en escena, su tono algo agitador y gestualmente apasionado, fue novedoso, y para empezar mi expectación no más incrédula que la de cualquier persona, que lleva casi 40 años oyendo hablar de la satisfacción de ser español, fue sinceramente poco estereotipada. Se dice que en tiempos de incertidumbre, la esperanza es una buena compañera de viaje, la cargué en mi alforja, lo vi, lo oí y lo he leído. 
 
Permítame Majestad decirle que las palabras, que pronuncia un Rey en tan solemne ocasión, no deberían ser sólo movilizadoras del órgano humano más sensible y manipulable que es el corazón, sus recursos eminentemente morales, emocionales, afectivos, sentimentales, de alegorías a los desafectos familiares o amistosos nacionales, de ilusiones y de vigor son, al menos en el código universal, insuficientes en una democracia no consolidada, y sin la estabilidad política necesaria, para dedicarse a resolver el drama de los casi seis millones de españoles en paro, en lugar de estar permanentemente enredados en la corrupción de gran parte de nuestros gobernantes, y de algunos agentes privados… ¡Ah, se le olvidó mencionar a estos últimos!


La clave, estimado Rey, no es el coraje, ni el ilusionismo de chistera, ni el voluntarismo infantilista, ni la anciana recuperación del gran orgullo nacional, ni la compasión aunque sea solidaria por quienes sufren.


Usted sabe que aderezar exclusivamente los retos con avances en la convivencia política, adaptándola al mundo de hoy, quitarle óxido al funcionamiento institucional, y dos ingredientes más, son necesarios pero no constituyen ninguna receta de calidad y garantía para acabar con la pobreza, con la corrupción como cultura política, con las desigualdades sociales y territoriales y con el derecho a vivir sin mordaza.

Kechu Aramburu
Publicado en el Correo de Andalucia,
el 26 de diciembre del 2014































 

viernes, 26 de diciembre de 2014

Detractores educativos del Gatopardo

En el convulso siglo XXI, nuestros niños y niñas están aprendiendo minuto a minuto, rincón a rincón. Según los expertos, en los próximos diez años veremos cómo las fronteras que separan la escuela y el hogar desaparecen. 

Por eso, el debate de los podencos sobre los galgos es inmoral, si lo que venimos haciendo en la gran España, y en los minúsculos barrios, no está dando resultados de éxito, ya que se necesitan academias privadas, aulas de estudios , madres con la tarea añadida de ser profesora particular de sus hijos, simulacros de recuperación de lo no aprendido en meses, engullirlo en vacaciones, y así hasta montar el negocio de la cultura de lo privado, lo particular, lo punitivo, lo complementario, lo extra, vaciando la escuela de valores, dedicando a enseñar las mismas tablas, los mismos teoremas y peores catones que nuestros antepasados, para concluir aparcando el oficio de educar.

Freire dijo: «Quien se atreve a enseñar nunca debe dejar de aprender».
Kechu Aramburu
Publicado en el Correo de Andalucia el 19 de diciembre del 2014






























domingo, 14 de diciembre de 2014

La crueldad del brillo

¿Cuales serian los grupos de riesgo en la Navidad? Los pobres,  los que perdieron seres queridos,  recientemente o hace tiempo, los jóvenes y menos jóvenes que han tenido que emigrar a la nueva y a la vieja usanza, y económicamente no pueden reunirse con los suyos, los que en la familia tienen desavenencias insalvables y no hay fórmula de reconciliación, los mayores  que se quedaron  sin parientes cercanos, los separados traumáticamente, los enfermos hospitalizados, los presos, los sin techo, y los cinco millones de parados. 

La otra cara de la Navidad en España está dibujada por los rostros, que padecen  el estrés y la ansiedad para cuadrar agendas de innumerables cenas o comidas  familiares  y de empresas, por abastecer de regalos a  propios e impropios, por rebosar neveras de exquisiteces de marca, por ser los mejores anfitriones, por recopilar décimos de loterías, por llevar  los niños a las colas de todos los belenes, por el vía crucis de las distintas grandes superficies, por ver las costosísimas iluminaciones de los cascos urbanos, por felicitar con whatsapps  a todos los que nos lo envíen previamente, por comprar los últimos detalles para tunearse en las fiestas, o desear paz  a quienes el día antes y después les pones las cosas difíciles para convivir  positivamente, o simplemente los ignoras.

En ambos grupos de población en estas fechas aumentan los índices de desordenes psicológicos, unos por no tener y otros por sobrarles. Todos son víctimas de una achampanada publicidad, que moviliza obscenamente el más despilfarrador de los consumismos, arreglándoles las cuentas de déficits a los peces grandes, a las súper estrellas y otros astros del planeta. Informan los profesionales de la sanidad que las admisiones en los hospitales por problemas psiquiátricos aumentan considerablemente en las semanas que siguen a estas ancestrales  fiestas ¿Por qué?

No parece que en el ADN de la Navidad, estuviera adulterar este evento con motivos tan descaradamente comerciales,  endulzados con el chabacano toque de las armonías cosidas para los ricos, y zurcidas para los demás.

Kechu Aramburu
Publicado en el Correo de Andalucia el 12 de diciembre del 2014 

















El pariente de Murphy

La Ley de Murphy se basa en el adagio: Si algo puede salir mal, saldrá mal. Su espíritu conlleva el principio del diseño defensivo, con mutaciones adicionales, como la analogía que nos ocurre a casi todos cuando vamos a un súper, estamos en una larga fila para pagar, tu fila no avanza, ves de repente que la otra fila está más corta y avanza más rápido, decides pasarte a esta, la fila inicial comienza a avanzar y a la que decidiste pasar comienza a tener demora para pagar. 

Pues algo muy parecido le acaba de pasar al pariente Rajoy, cuando todos creíamos que con la titularidad de Mato había tocado fondo, el dedazo de una jugada de enroque de un presidente de Gobierno que por no fiarse, tiene dudas sobre él y, ha hecho el ejercicio titánico de compartir con la vicepresidenta, el nombramiento del comodín y funcionario del partido Alfonso Alonso, donde lo de menos ha sido su conocimiento sobre sanidad, servicios sociales, por no decir igualdad. Evidenciando la manifiesta prioridad de atrincherarse electoralmente, dilapidando este cartucho, uno de los pocos que le va quedando, volviéndonos a demostrar cuan insignificante es su interés por resolver la situación límite que viven expresamente los afectados por este vilipendiado ministerio.

Cuentan que el ínclito es un político bipolar, ni muy ultra ni poco, ni de pelo engomado ni revuelto, un relativista que no se suele despeinar, ni por felicitar pública e impúdicamente a Mato en su despedida, por su alta responsabilidad al aceptar el cese del jefe sin rechistar, ni por deletrear que lo que no puede ser España es un coladero sanitario, o perlas como: hay cosas que no se pueden pagar íntegramente desde la sanidad pública… Lo siento por los enfermos, por los discapacitados, por la maltrecha ley del aborto que va a retomar por la parte más vulnerable que son las adolescentes, lo siento por las mujeres, y por los excluidos.

Recupero la memoria histórica del ministro Alonso, cuando era alcalde de Vitoria, y solo pienso que lo que no es útil a la colmena tampoco lo es a la abeja y al panal.

Kechu Aramburu
Publicado en el Correo de Andalucia el 5 de diciembre del 2014 















viernes, 28 de noviembre de 2014

No es tu media naranja, es tu exprimidor


La sociedad española se pasa media vida  buscando su media naranja, y la otra media intentando deshacerse de ella. La orquestada resistencia a repensar el mundo, colapsándonos con sutiles estrategias,  a base de parafernalia  futbolera, consumismo irresponsable,  sombras alargadas de las nuevas tecnologías, y ampulosas actuaciones  diseñadas por las agendas institucionales, antes era el viejo Domund, ahora los  “días de causas” cuya duración abarca  24 horas al año. 
 
 
Terrorífico como mueven los hilos, para que esta desesperada calma siempre este saciada y auto justificada, no hay tiempos ni espacios para la reflexión, solo veo correr a mi alrededor, todos tenemos prisa, por ir a ninguna parte, se trata de tenern@s entretenid@s y  estresad@s, se trata de dedicarnos a lo urgente, y eso casi nunca es lo importante.



La Violencia de Género es multifactorial, sus vértices no son solo un número de teléfono gratuito para denunciar, conmemoraciones recordatorias, o declaraciones de diestros y siniestros, que también es esto, y muchísimo más.


Las inequidades son construcciones sociales, resultado de un sistema ecuménico, basado en la dominación masculina, fruto de un reparto dual de atribuciones en el cual el varón ocupa un lugar privilegiado, y la mujer es un mero apéndice (la costilla de Adán) útil para el desarrollo biológico de la especie y para los cuidados derivados. Este fenómeno está acreditado por el patriarcado, que no podría prescindir de esas funciones cotidianas  porque son  imprescindibles para su supervivencia. Lo perverso es que está ratificado  por la micro sociedad privada y pública, conformando los ya normalizados malos tratos físicos y psíquicos.


Los maltratadores no son borrachos, ni drogadictos, ni enajenados, que puede que les acompañe algún ingrediente de estos, pero sobre todo son el producto adulterado, y engrasado, de una sociedad pergeñada para la división entre pobres y ricos, masculino y femenino, norte y sur. Pongamos el foco en el origen de las violencias, porque los datos desautorizan el trajín en el que estamos enredad@s.

Kechu Aramburu del Rio
Publicado en el Correo de Andalucia el 28 de noviembre del 2014






























miércoles, 26 de noviembre de 2014

El síndrome de la Gama Azul


Es muy parecido al síndrome Hubris, consiste en coronarse con los atributos de soberbia, desmesura, secretismos y enmascaramiento de la realidad. Son los males que invaden a algunos políticos en el ejercicio del poder. David Owen, antiguo ministro de exteriores británico, y neurólogo en su vida cotidiana, investigó como hay una razón para el desvarío de determinados personajes, cuando alcanzan altas cotas de mando o/y notoriedad, provocándose un trastorno de la personalidad, bajo el manto de una exagerada confianza en sí mismos, dejan de escuchar a la ciudadanía, se creen en posesión absoluta de la verdad, con capacidad para hacer y deshacer según su voluntad, no reconociendo jamás sus errores. 
 
 
 El poder sin control popular es tan tóxico que incluso afecta la mente. En otras profesiones, se suele llegar casi siempre a la cima por méritos, aunque también tienen notables afectados, como Lady Gaga enfundada en vestido de carne humana… En el territorio político, puesto que algunos no se eligen internamente solamente por su valía personal o profesional, sino por otras razones legítimas pero diferentes, ocurre que no aseguran sean los mejores y los más honestos.
 



El método es clásico: salen de su espacio anónimo y de su despacho, al principio se sienten inseguros, pero una nube de aduladores se apresura a convencerles de sus excelencias. Algunos líderes borrachos de poder llegan a la megalomanía, y suelen tomar decisiones faraónicas. Construyen edificios emblemáticos, que lleven su nombre y su sello para la posteridad. En su vida personal, se dotan también de suculentos privilegios. Ya no son iguales, son superiores.


Entonces es cuando se desata el miedo a perder lo obtenido. Todos se convierten en enemigos a evitar. Se rodean de mediocres en su entorno más cercano. El rival brillante, precisa ser desactivado. Como Nerón, Calígula, o Claudio se enrocan en su palacio, culminándose con síndromes como el de Moncloa, Génova, o el de la última planta de cualquier empresa o similar.


Los expertos aseguran que afecta más a los varones, y a personas de corta capacidad intelectual. El castigo en las urnas, o la pérdida del bastón de mando, es la pena que lleva implícito el poder arbitrario, y el tratamiento más eficazes un baño de la cruda realidad.

Kechu Aramburudel Río
Publicado en el Correo de Andalucia,
el 21 de Noviembre del 2014 
















sábado, 15 de noviembre de 2014

Si el amor aprieta, no es tu talla.

En los últimos diez años, en la España de Camilo José Cela, Jardiel Poncela, Francisco de Quevedo y don Juan Tenorio: 1.054.000 denuncias por violencia de género, 602.075 retiradas, 33 falsas, 109.000 sentencias absolutorias, un 36,6% el número de víctimas negándose a declarar contra el maltratador, 700 mujeres asesinadas, y un recorte del 28% en los PGE para la lucha contra esta lacra. 
 
Este es el balance de un sexismo hostil del que es contrario el 80% de la población, pero sólo un 20% del machismo benévolo, ese que no asesina físicamente, pero es más, mucho más, destructivo, porque no solo no se ve, sino que actúa tratándote como a una reina, transformando el puño que golpea en la mano que acaricia, protegiéndote y encerrándote en una jaula de oro. 
 
Las mujeres hemos sido educadas para gustar, ellos para elegir, los hombres para mandar y ellas para cuidar, por eso cuando la encuesta del CIS pregunta por el grado de preocupación que tienen los españoles por la violencia de género, ocupa el puesto 22 en la lista. Cifra insoportable e inmoral, relacionada con la vigencia de un patriarcado que tiene una gran capacidad de adaptación y de normalización, sin considerar que la violencia de género tiene ya carácter de «pandemia», teniendo en cuenta que el maltrato es la causa de cuatro de cada diez asesinatos de mujeres en el mundo.

La alerta crece, cuando reconocemos que la violencia en la juventud es un grave problema de salud pública, con fuertes raíces socioculturales aprendidas, ya que el número de adolescentes maltratadas se ha multiplicado por tres en los dos últimos años. Por ello, los casos de acoso en la escuela o en Internet, contemplados con cierta pasividad, son casi tan graves como el propio acoso. Reconocer que existe esa agresión, y acabar con la excusa de que «son cosas de niños», es inaplazable.

 Empieza por la alerta roja que significa que en España hay diez millones de usuarios de Whatsapps, cuyo porcentaje muy mayoritario corresponde a nuestros hijos y alumnos, aplicación que mal usada está generando una dependencia emocional y social imparable, fomentando la frustración cuando no se recibe una respuesta inmediata, que funciona como mecanismo de control del maltratador temprano. La vacuna se llama: detectar, prevenir y educar (DPE).

Kechu Aramburu del Río
Publicado en el Correo de Analucia el 14 de Noviembre del 2014

































viernes, 7 de noviembre de 2014

El miedo que no asusta

De lo que tengo miedo es de tu miedo, dijo William Shakespeare. Pero terror el vivido en la España franquista, donde las nanas  de que viene el coco, se fundamentaban en que vienen los rojos. Ahora hay otra construcción de la leyenda urbana para disuadir a los plebeyos de los peligrosos, basada en lo adinerado que es Wyoming, en lo manipulador que es Évole, en el intencionado comportamiento de la Sexta, en lo bolivariano  del currículo de alguno, en lo catastrófico e irreal de algunas propuestas, amén de los informes Barclays, Agencia Fitch y homólogos, señalando la inquietud del empresariado  fuera y dentro del país, porque si ganan estos personajes está amenazada la “recuperación de España”, concluyendo en lo desestabilizador que podría ser no votar a los de siempre. 

El argumentario que están montando es como un mal Halloween, que no asusta a nadie.  Según avanzan las encuestas  parece que, el vuelco del mapa, es mucho más acentuado que lo reflejado, y el terremoto electoral nos desnuda a todos, sin mover más alas que las necesarias para volar,  con el viento a toda vela por el impacto también de la esperpéntica campaña sobre “que vienen los malos”,  que está teniendo un efecto boomerang  inusitado, convirtiéndose  en una agencia recaudatoria de adeptos  para la primera fuerza en intención directa de voto de este país. La gente piensa, si los que me han empobrecido, y  me han quitado mis derechos, están nerviosos,  es a los nuevos “cocos” del siglo XXI, a los que hay que votar, y además sin mirar nada más, se trata de ganar y luego tocará el plan para gobernar,  así de elemental, pero de real, es el nuevo panorama, engordado por quien lo provoca.

La displicencia de los partidos clásicos con los  movimientos emergentes, la negligencia   contra la corrupción en todas sus vertientes, la oposición de baja intensidad con las políticas económicas y sociales, el desprecio al considerar la indignación como un estado de ánimo no convertible en voto, la prepotencia de los viejos ganadores al no reconocer lo agotado de sus mensajes, la gestión de las emociones para aparcar a quienes han actuado como verdugos, y los nuevos formatos de comunicación, han neutralizado el miedo que ya no asusta. Decía Sófocles: para quien tiene miedo, todo son ruidos.

Kechu Aramburu del Río.
Publicado en el Correo de Andalucia,
el 7 de Noviembre del 2014


























sábado, 1 de noviembre de 2014

El síndrome impúdico

La penúltima redada de empresarios, alcaldes, presidente de diputación, exconsejero, exsenador, agente de la UCO, extesoreros y ex secretarios generales que integran la lista de imputados y detenidos, en clave corruptelas políticas bajo acusaciones del tenor de organización criminal, blanqueo, tráfico de influencias, cohecho y fraude. Con epicentro en Valdemoro, sendero del hombre de máxima confianza de la marquesa, operación residenciada en el corazón de España, amén de las afines en los negocios saqueadores de otros confines, donde no faltan ni siquiera alguna sucursal bancaria. Lo de estos presuntos delincuentes no es una cuestión solo de manzanas podridas, o solo de granados podridos, es una ramificación más del mismo árbol, del mismo parque y del mismo dueño, que hay que podar, limpiar y cambiar, y eso en democracia se hace en las urnas. 

Dice el exportavoz del Gobierno de Aznar «Espero que lo que ha pasado ayer en España, no sea una reacción de un juez para ponerse una coleta», este es uno de los voceros de la bicefalia que gestiona el partido del gobierno, y que representa el cinismo devastador del tronco envenenado de la esquilmada España.

En el reino español un 95% de la ciudadanía opina que la corrupción ha devorado la economía de este país, y ha desmontado la confianza de la gente en las instituciones, al mismo nivel que Lituania y la República Checa, según informa la Comisión Europea. España está estancada, y no es casual que los mayores índices de corrupción se den en los países con más usureros en la crisis de la deuda, vinculado a ser la décima potencia mundial en fraude fiscal, siendo las grandes fortunas y las grandes empresas quienes concentran más del 71% del mismo (Gestha). Ahondando en este despropósito de gobernanza, un informe de Tax Justice Network, apunta que un 22,5% de nuestra economía está sumergida, lo que origina una pérdida de ingresos a las arcas públicas que estiman en 107.350 millones de dólares, siendo el Ministro del ramo un consentidor declarado de esta ruina.

No se trata de reciclar la basura, se trata de limpiar la porquería, y tal como está el contenedor, parece que solo queda atender al clamor popular, de disolver las cámaras y convocar elecciones anticipadas ya.

Kechu Aramburu del Rio
Publicado el 31 de Octubre del 2014,
en el Correo de Analucia 






 

Asaltando los cielos

Claro que Trotsky tiene que ver con la frase maldita «asaltar el cielo» que ha hecho tambalear algunos cimientos cuando, sin ninguna ingenuidad impostada, Pablo Iglesias la ha pronunciado solemnemente. La opera prima sobre la muerte de León nos recuerda cómo es la mitología griega quien tiene la maternidad de la sublime frase, que posteriormente es utilizada por los comunistas en el romanticismo alemán, y desde Karl Marx a Irene Falcón se han inspirado en este verbo y en este predicado, para referirse a las insurrecciones en clave de conquistar el poder.

Y hoy, más que nunca, es tiempo de que conciliemos cómo subir a los cielos, traducido a ¿qué hacer ahora?, sin perder de vista el pasado, y sobre todo reseteando el presente para no utilizar herramientas oxidadas. Y atendiendo a algo tan peligroso como es que, el cumplimiento de petición de algún articulado de las leyes vigentes o la aplicación de parte de la vieja Constitución del 78 es en la actualidad un hecho revolucionario. En el tiempo que vivimos se ejerce el poder vía BOE o vía decreto, la decadencia del sistema, la deslegitimación política y ética, que constata el conjunto de la ciudadanía, provoca que se gobierne sin ningún respaldo social.


La caduca partidocracia, atrincherada en las ruinosas formas de hacer política, se desmorona electoral y socialmente. Y aparejado a esto nacen nuevas formulaciones, todavía en construcción, fraguadas algunas al calor del 15M y otros movimientos que no se resignan, donde se diseñan algunos vectores del nuevo ciclo, que deben pasar por desmontar la dictadura de los mercados, redistribuir las riquezas y construir una democracia participativa.


No valen operaciones de acomodo de lo viejo, para corregir la maltrecha transición. Las agonías, en medio de este colapso, son nocivas por los efectos colaterales que producen. Sabedoras de que el antiguo régimen está agotado, que las consecuencias de esta crisis está esquilmando a la gente, se hace urgente una nueva salida democrática, constituyente y reconstitucional, hegemonizada por las soberanía popular, basada en el bienestar común, con cinco advertencias a los que administren el nuevo tiempo: sin pausas, y sin rendijas, con transparencia, con coherencia, y sin miedo al miedo

Kechu Aramburu.
Publicado en el Correo de Andalucia, 
el 24 deOctubre del 2014 





















domingo, 26 de octubre de 2014

La indecencia de los consentidores

Prostitución proviene del término latino, prostituere, que significa literalmente “exhibir para la venta”. Lo inmoral no es quien la ejerce, sino quien la demanda y consume, escandaloso es quien tiene un discurso de día y otro de noche, que justificarán por los casi 20.000 millones de euros que mueve su negocio al año, y que ahora junto con otras actividades dudosas, aflorarán cuantificándose en el 1% del PIB. 

No quería hablar del segundo oficio más antiguo del mundo después de la esclavitud,  se trata del paralelismo en muchas de sus aristas con el caso Bankia, en el sentido de identificar el comportamiento humano, cuando la hipocresía y los intereses particulares o de grupos se superponen al interés social.

El affaire de las tarjetas opacas tiene infinitas interpretaciones, primero que los ha pillado la sociedad con las manos en la masa, segundo que era sabido, conocido y consentido por allegados, cercanos y algo más lejanos, tercero que su ostentación  era pública y admitida por el circuito de quienes tienen altas responsabilidades de país y oposición. Cuarto que su depravación, y la de quienes los observaban o se beneficiaban directa o indirectamente, era tan miserable como las de los utilizadores del cofre ajeno. Quinto que no es un caso aislado sino que atraviesa a la mayoría de quienes en un momento de sus vidas han sido sometidos a la prueba del algodón y no solo no la han pasado, sino que han ganado a pulso cada uno de los calificativos que la sociedad les adjudica, tanto por el acaudalado montante que han dilapidado, como por el uso inmoral que han hecho del mismo, a ninguno se les ha ocurrido donar a Médicos sin fronteras o Amnistía Internacional.

¿Y ahora, qué? Pues que además de devolver integro el dinero, tienen que someterse a la justicia, y políticamente las correspondientes fuerzas si quieren no ser salpicadas  por uno de los casos de corrupción más execrables de este país, están obligadas, sin que les tiemble el pulso por equilibrios internos, a ponerlos de patitas en la calle, amén de sus mentores. Los expedientes, y otras maniobras dilatorias, pueden tener un efecto boomerang demoledor, en unos más que en otros. 


Decía Voltaire “Cuándo los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto”.




Kechu Aramburu.
Publicado el 17 de Octubre del 2014, 
en el Correo de Andalucia.