martes, 21 de abril de 2015

El decreto de Grey



Las infinitas sombras de Grey,  que relatan las lamentables relaciones de muchas parejas, convierte la película, al igual que la exitosa trilogía de James,  vendidas  ya en todo el planeta más de 100 millones de ejemplares, con versiones en 51 idiomas, no en un testimonio, sino en un alegato a favor de la  violencia, el acoso y el sexo sádico. Consumida vorazmente por una sociedad desinflada  por la crisis de valores, y ávida de sustitutos emocionales.

En la España demolida, la película ha conseguido recaudar 8,9 millones de euros en 48 horas, adelantando  a Ocho apellidos vascos. Según datos del diario británico The Guardian, estaría en el puesto número 21 más rentable de la historia del cine, al igual que estamos ante uno de los momentos de mayor desmontaje, del andamiaje de los establiments europeos y españoles.


Inaceptable esta adaptación cinematográfica,  que está provocando un  delirante  fenómeno de masas interclasista, intergeneracional,  y multicultural. Tan trufado, que camufla  pornografía de la mala, con sibilinos mensajes degradantes, llenos de cadenas y  látigos, envueltos en celofán del caro, con perfumes y lazos envenenados, a modo de elixires embriagadores.

Quien no ve el film  se convierte en un ciudadano irrelevante, el decreto de Grey es un intento de reformulación de las relaciones y los referentes amorosos, es un amago prosaico de seducción para manipular las entrañas del erotismo sentimental y de la sexualidad femenina, vilmente ridiculizada.


Frente a lo que se prevé como proliferación de cánones para el juego sadomasoquista, y otras prácticas simuladoras a modo del fustigador Grey, el tronco y las ramas del Gobierno fidelizan el voto de los conservadores de forma farisaica, con una reforma que plantea que a los 16 años se es apta para tener un hijo y criarlo, pero no para interrumpir un embarazo, condenando a la marginalidad a las jóvenes más vulnerables, y se hace en términos de mercancía electoral. Cuantas varas de medir y cuanta cosificación de las personas. Las dos caras de esta moneda también, tienen el rostro perdedor de la mujer. 

Kechu Aramburu del Río
Publicado en el Correo de Andalucía
el  19 de Febrero del 2015.