Las
infinitas sombras de Grey, que relatan
las lamentables relaciones de muchas parejas, convierte la película, al igual
que la exitosa trilogía de James, vendidas ya en todo el planeta más de 100 millones de
ejemplares, con versiones en 51 idiomas, no en un testimonio, sino en un alegato a favor de la violencia, el acoso y el sexo sádico. Consumida vorazmente por una
sociedad desinflada por la crisis de
valores, y ávida de sustitutos emocionales.
En la España
demolida, la
película ha conseguido recaudar 8,9 millones de euros en 48
horas, adelantando a Ocho apellidos vascos. Según datos del
diario británico The Guardian, estaría en el puesto
número 21 más rentable de la historia del cine, al igual que estamos ante uno
de los momentos de mayor desmontaje, del andamiaje de los establiments europeos
y españoles.
Inaceptable
esta adaptación cinematográfica, que
está provocando un delirante fenómeno de masas interclasista, intergeneracional, y multicultural. Tan trufado, que camufla pornografía de la mala, con sibilinos mensajes
degradantes, llenos de cadenas y látigos,
envueltos en celofán del caro, con perfumes y lazos envenenados, a modo de
elixires embriagadores.
Quien no ve
el film se convierte en un ciudadano
irrelevante, el decreto de Grey es un intento de reformulación de las
relaciones y los referentes amorosos, es un amago prosaico de seducción para
manipular las entrañas del erotismo sentimental y de la sexualidad femenina,
vilmente ridiculizada.
Frente a lo
que se prevé como proliferación de cánones para el juego sadomasoquista, y
otras prácticas simuladoras a modo del fustigador Grey, el tronco y las ramas
del Gobierno fidelizan el voto de los conservadores de forma farisaica, con una
reforma que plantea que a los 16 años se es apta para tener un hijo y criarlo,
pero no para interrumpir un embarazo, condenando a la marginalidad a las
jóvenes más vulnerables, y se hace en términos de mercancía electoral. Cuantas
varas de medir y cuanta cosificación de las personas. Las dos caras de esta
moneda también, tienen el rostro perdedor de la mujer.
Kechu Aramburu del Río
Publicado en el Correo de Andalucía
el 19 de Febrero del 2015.