viernes, 1 de agosto de 2014

Sus castillos de naipes


Oír al presidente de la CEOE, en este tiempo de coletazo de un final de ciclo impredecible, responsabilizar a nuestros padres y abuelos de no querer renunciar a parte de sus montones de derechos en favor de hijos y nietos, es criminalizar al pueblo senior de la negativa huella de la precarización en la situación laboral. Es residenciar la culpa del impacto de sus reformas en muchos de nuestros fallecidos. Por eso es tan grosero como cínico, y no es que se parezca al efecto que causa en la etnia gitana mentar a los muertos, es infinitamente peor, es una provocación que te obliga a escalar hasta el Everest antes de responder. 
 
 
Ha dicho algo tan histriónico como preguntasi para compensar las diferencias se estaría dispuesto a reducir gran parte de los derechos de los contratos indefinidos (once millones), que corresponden a padres y abuelos, a los contratos temporales (cuatro millones) de hijos y nietos, de forma que unos perdieran y otros no ganasen y así tendríamos más o menos las mismas reglas de juego…

Este flash ha activado mi remember con una virulencia acotada sobre un film que estos días debería ser cabecera de cartel como es el otro Castillo de Naipes, que muchos hemos visto más veces que Casablanca. Curiosamente la televisión estadounidense la recuperó con formato de serie. La muy convincente actuación de Spacey y de Wright nos adentra en una caricatura del mundo de la baja política en el Congreso de Estados Unidos y la Casa Blanca, mimetizables a nuestro país. Es el lado oscuro de los corredores del poder en Washington, como la versión negra de la serie West Wing de los años 90, que proyectaba una imagen edulcorada de la cosa nostra.

 La película evoca las frágiles características de los apaños entre los poderosos, cuya arquitectura es el inmoral equilibrio de intereses en función del contexto político, Castillo de Naipes es el retrato de los acuerdos de intereses particulares entre parte de algunos políticos, algunos gobiernos, y algunos empresarios, cuya virtualidad no es la astucia sino el oportunismo y el desprecio por lo que ellos consideran chusma. Por eso los hijos y los nietos se están levantando y la caverna ruge, evitemos que el aguijón de las avispas ahogue el murmullo del enjambre humano.


Kechu Aramburu.
Publicado en el Correo de Andaluciael 24 de Julio del 2014