Blog personal de Kechu Aramburu.
Investigación en Ciencias Sociales: Feminismo,Política,Sociología,Psicopedagogía,Ecología,Exclusión Social, Paz y No violencia, etc.
viernes, 21 de marzo de 2014
El ruido de la mediocridad
Nicholas Murray Butler, Premio Nobel de la Paz 1931, decía que”
Hay tres grupos de personas: los que hacen que las cosas pasen; los que
miran las cosas que pasan y los que se preguntan qué pasó.”Esta desestructurada sociedad, que no da cobijo más que a quienes
mercantilizan el dinero, el poder y los tonos grises, tiene serios
agujeros por donde se disuelven y neutralizan las expectativas, y las
esperanzas, de un pueblo situado en el trayecto de la abulia, y no solo
por razones socioeconómicas, sino fundamentalmente de valores.
El sabio pueblo chino describe cualquiera de las crisis a partir de dos
rasgos: la toma de conciencia del peligro y el reconocimiento de la
oportunidad para cambiar, para salir del alarmante inmovilismo.
Este país, estos amigos y estos menos amigos, que tienden a condenar el
talento y el éxito ajeno entre iguales, y que le salvan la vida a
aquellos con quienes no se pueden comparar, se abastecen del gran pecado
capital que es la envidia, y que es irrefutablemente una declaración de
inferioridad, es el gusano roedor del mérito, por eso a menudo el
silencio de algunos y algunas está lleno de ruidos.
Hay un poema de Marianne Williamson, que era el favorito de Mandela, y
que recitaba así: “Nuestro temor más profundo no es que seamos
inadecuados, sino que seamos demasiados trabajadores, o lúcidos, o
premiados…”
Hay una aproximación al síndrome del avestruz, sencillamente inmoral, en
un plano más profesional y humano, que consiste en estar mal visto que
te vayan bien las cosas inmateriales. Detrás de este tipo de conductas
se esconde un artefacto tan sibilino como destructivo, que no solo nos
adultera, sino que paraliza los avances de la sociedad ya sea en la
educación, en la lucha por la igualdad y en tantos otros frentes… Según
la RAE la envidia está definida como una emoción, “deseo de algo que no
se posee, tampoco intelectualmente”, lo que provoca “desdicha al
observar el bien ajeno” y nos lleva a poner el foco en nuestras
carencias.
Es tiempo de “marchas por la dignidad”, empecemos por nosotros mismos y
dejemos de demonizar el éxito ajeno para comenzar a valorar y aprender
de las debilidades y las fortalezas que han permitido a otros y a otras,
subir algún peldaño para construir un mundo ,sencillamente, algo mejor.
Kechu Aramburu del Rio. Publicado en el Correo de Andalucia el 21 de Marzo del 2014