sábado, 18 de enero de 2014

Conspirando contra Cupido

Cristina Federica de Borbón y Grecia está enamorada, igual que Isabel Pantoja en su tiempo, o tanto como lo estuvo Ana Mato de su esposo, y me imagino que igual que Bárcenas de su señora, o Blesa de la actual, tanto como lo está mi vecina de la playa de su consorte. Y qué, ¿a quién le interesa sus vidas amorosas? más allá del cotilleo de la prensa sonrosada ¿a la justicia española? 

Estupor es lo que ha causado ver a uno de los bufetes más prestigiosos del país, dado las minutas que cobra y los demandantes que tiene. El penúltimo la Zarzuela, con un encargo directo de su Majestad al ínclito Roca i Junyent, para que resuelva “lo de la Infanta”, y uno de sus abogados Jesús Mª Silva del primer nivel de la corte, y con franquicia en Palacio, diciendo textualmente: “La hija de los Reyes actuó por fe y amor por su marido”.

Y dos actos más del vodevil, el fiscal implicando al juez Castro en una “conspiración” contra S.A.R, y una última que termina de convertir en indecente la historia de la hija del rey, que está volviéndose tóxica. Citada a declarar por el juez, contra viento y marea –fiscalía, audiencia, medios de comunicación– hemos leído que ella “acude a declarar voluntariamente…”

La rectificación del gabinete jurídico al no recurrir la imputación, dictada por la casa real, quiere decir dos cosas, la primera un intento de pacto para que el yerno Urdangarin se autoinculpe, y se coma sus marrones, y los de su cónyuge, por orden expresa de la Corona.


Y una segunda, resultado de la anterior que es exonerar a la Monarquía española, quitándole el polvo y la paja a la embelesada, séptima en la línea de sucesión al trono, con la tesis del defensor de que la realísima está enamoradísima del yernísimo, y eso parece ser un eximente.

Si por amor se puede delinquir fiscalmente y blanquear dinero negro, por ley la justicia española debe garantizar que se devuelva lo enajenado, y se pise la cárcel si esa fuera la condena, a eso se le llama “Igual para todos”. 

Destacados juristas sabedores de las entrañas del Supremo señalan que su jurisprudencia, cuando afecta a personajes poderosos, adquiere “el formato de los camaleones”, no descartándose la creación de una nueva “doctrina Infanta”.

Y colorín colorado este cuento se habrá acabado.

Kechu Aramburu 
Publicado en el Correo de Andalucia el 17 de Enero del 2014