domingo, 11 de agosto de 2013

Cosas de reyes

Las irritantes por burlescas crónicas de palacio, sobre los efluvios del trasiego de los monarcas hispano-marroquí en el mes del Ramadán, para dar púrpura al oxidado español, y colorido al defectuoso dictador Mohamed VI, reflejan lo grotesco de los cosarios reales, y la decadencia de una sociedad lastrada, y palpada con el tono que empleaba Valle-Inclán en Luces de Bohemia.
 
El séquito de su majestad, para los negocios, estaba formado por el ministro de Asuntos Exteriores, Interior, Justicia, Industria, Energía, y Fomento, más los ex de Exteriores, completada con consejeros delegados de 27 grandes empresas: Acciona, Abengoa, Ferrovial, Endesa, Talgo, Iberia, Globalia, Inditex, Telefónica e Indra… Amén de los presidentes de la CEOE, el Consejo Superior de Cámaras de Comercio y Cepyme. ¡Pecata minuta!

En este escenario la apelable, por esperpéntica gestión de la diplomacia española, evidenciando la inconfesable tramoya de un asuntillo que ha provocado la mayor crisis interna de Rabat y externalizada de la historia reciente de este país con el vecino alauí, a modo del conflicto del islote Perejil. En un momento letal de la economía española, y para lo que se pretende buscar flotadores de supervivencia, como Marruecos, donde en el primer trimestre de este año, el 29,9% del total de las exportaciones de la Unión Europea a Marruecos partieron de España, presentándose los mismos niveles de rendimiento en las importaciones, y salvo en la energía, Marruecos es el principal proveedor de España desde África, y España su primer cliente europeo.

Por eso la magnanimidad de las gracias reales, para encubrir las chapuzas de serie B de los servicios secretos marroquí (DGED) y español (CNI), para liberar a un ex agente oficial del ejército iraquí, desertor de la armada y miembro de la red de colaboradores del espionaje español, telonero del acuerdo de las Azores que rubricó Aznar, y a quien nuestros servicios de inteligencia adeudaban, versus temían, y por lo que se le proporcionó la identidad de Daniel Galván, esposa española y el arreglillo de administrativo y profesor. Fue posteriormente condenado a 30 años de cárcel por abusar de una docena de niños, apodado el “pederasta canalla”, y que por “error del carcelero…” ha estado a punto de arruinar las merluzas y los tomates.


El indulto de “gama favor de sobrino a tito” para este criminal, y quizás de los otros 47 presos, en su mayoría mega-traficantes de drogas, fotografía la inutilidad y el desprecio más absoluto por las víctimas y sus pueblos, de la coronas de los soberanos y &CIA.



kechu Aramburu
Publicado en el Corrreo de Andalucia el 10 de Agosto del 2013