Como
recordarán “Año Mariano” es una película dirigida por Karra Elejalde y Fernando
Guillen Cuervo, cuyo argumento era el siguiente: Mariano sufre
un accidente de coche en una plantación de marihuana que está siendo incinerada
por la Guardia Civil. En estado semiinconsciente e intoxicado de cannabis sufre
una alucinación en la que cree haber visto a la Virgen. La gente le cree y,
gracias a los cuidados de una monja y a los servicios de Toni Towers, un
avispado showman y promotor de espectáculos de medio pelo, Mariano se
convierte, de la noche a la mañana, en un santón iluminado.
Pero no es a la cinematografía española a la que
pretendo aludir, es al aniversario en el día de hoy de la llegada al poder de Mariano
Rajoy. En su programa electoral a sabiendas de la herencia, prometió el oro,
durante la investidura nos salpicó con la plata, y una vez instalado
en Moncloa reparte hojalata.
En su hoja de ruta aparece exquisitamente explicado
su itinerario, acompañado de un tosco y redundante argumentario que funciona
casi impecablemente, eso sí envuelto en un minucioso “plan de distracción”
desigual y combinado, instalado en cada rincón de España, santorales, ferias,
verbenas, romerías, belenes, cabalgatas, cofradías, casetas,hermandades, peñas,
ligas, sálvames, móviles, tablets y partiditas.
Antes
fue pan y circo, luego futbol y toros, ahora es más sofisticado y diverso como
la sociedad misma, y hay sutiles mecanismos de envolvimiento y acaparamiento de
los votantes, la mayoría silenciosa está ocupada y estresada, el pueblo no
tiene tiempo para pensar, el pueblo sufre en silencio, incluso se suicida en
silencio.
Está tan
perfeccionada la estrategia de “community manager”, que decidió que el rostro y la voz de su contrarreforma
tuviera el perfil amable de mujer en femenino, para tranquilizar, para
maternizar a la sociedad con ellas, con Cospedal y Sáenz de Santamaría, en cambio en el Ministerio de Educación que lo
tenía previsto igual que con Mato en Sanidad, no fue posible porque ese cupo
era y es de la Iglesia y ya sabemos de la masculinización de dicha Institución.
Una gobernanza de diseño, un país de laboratorio, un
pueblo tratado como covachas, el
aplicado sistema de ensayo/error de Eliot, y un experimento fracasado, que deja
en el camino el sabor amargo de la derrota anunciada, de un modelo de sociedad
fracturada y arruinada por un puñado de
euros.
Kechu Aramburu.
El Correo de Andalucía, 20 diciembre 2012