sábado, 23 de mayo de 2009

¿CUÁL ES EL VALOR DE LA ÉTICA?


Por Kechu Aramburu.


Ya sé que la ética es un “marcador negativo” en términos monetarios, pero en términos políticos tampoco vale nada, en términos civiles nada, en términos constitucionales nada, ¿pues que hago yo con mi ética?, ¿si no tiene valor, si no la puedo poner en valor, si no tiene ningún reconocimiento? Me vale, para mirar de frente cada mañana a todos los mortales. ¿Es posible estar bajo sospecha, por no ser acólita de nada ni de nadie? Certificado está que sí. A mi no se me ocurriría juzgar nunca, ni siquiera con conocimiento de causa. Pertenezco a una cultura cuyo referente antes, durante, y en la democracia, ha sido y es, la libertad y la tolerancia; en esos parámetros me mantengo.

Quienes me conocen bien, saben que la ética es mi inquebrantable compañera de viaje, y tengo la misma plantilla y el mismo prisma para toda la Humanidad: para la inmigrante, para la parada, para la docente, para el político, para el legislador, para el ejecutivo, para mis amig@s; se trata de construir con quien puedas y como puedas, para avanzar, para transformar.

No vale la pena andar por andar, sino caminar para ir creciendo, más. Claro que no hay ruido de sables, hay sables, y soy tan intrínsecamente pacifista, que me parecería una ignominia que me obligaran a revisar el hecho de haber dedicado mi vida, entre otras cosas, a hacer las misiones laicas con determinadas estructuras, que hoy demonizan sus propios fantasmas.

La injusticia me desespera, se ahogan los sueños. En el club de “los ex”, hay overbooking, y me parece un indicador de primera magnitud para la reflexión. Se había decidido que en las ágoras cabían todos y todas, pero hay que tener la denominación de origen decretada y con el precinto que algunos han puesto, puede que se esté dilapidando el espacio. ¿De qué se está hablando? de los que cotizan en Bolsa porque valen, o los que se tienen que conformar con ser bisagras del poder y coaligarse, que da el mismo rédito y no pagan peaje. Porque soy de una izquierda laica y sin aristas, reivindico el derecho a la interrupción voluntaria del embarazo, siendo yo la única que decide sobre mi propio cuerpo, y porque soy de izquierdas en todo y para todo, reivindico el derecho a no tener dueños, a ser libre; y con ese formato a configurar proyectos de ciudadanía de, con y para la libertad.

De qué cambios, qué alternativa se está diseñando, si no se garantiza el más elemental y escrupuloso de los derechos, que es el de la libertad para decidir, para actuar, para trabajar colectivamente, para confluir en una suma de voluntades, en el marco de la diversidad, no de la uniformidad, y además porque también reivindico la interculturalidad y el mestizaje social, reivindico el derecho a galopar.

Nunca doy un portazo y nunca cierro una puerta, pero permitan que se abran las ventanas, a veces, ya muy frecuentemente, falta aire, y para seguir, hay que poder respirar.

No vayan tan rápido, no encasillen, no tengan la tentación de cazar, no disparen, que el patrimonio es de todos, también mío, de Pedro, Maria, de Juan y José.

Interpreten lo preciso, y si es posible nada, porque hemos forjado, muchas y muchos, durante décadas un estandarte de mil colores, para que se sintiese suficientemente representada la ciudadanía, que iba desde el rojo al verde, pasando por el violeta, el rosa, el blanco, y el conjunto de brochazos que da el artista, hasta parecerse su lienzo al arco iris.

Seamos generosos en el análisis, y rigurosos en la percepción, porque la crisis de representación indica que el modelo de una determinada partitocracia, apunta que hay que revisar desde el método, hasta los contenidos, de las “Metas del Milenio”.

No me gustan los anclajes, y si es preciso para navegar suelto amarras. Soy hija de un Capitán-Inspector de la Marina Mercante, y aprendí que en la inmensidad de los océanos, y más cuando hay marejada, se te exige firmeza en el timón y calma en “la procesión”.

Kechu Aramburu del Río.
Profesora de Filología Moderna y Género.

Sevilla 23 de mayo de 2009.