Blog personal de Kechu Aramburu.
Investigación en Ciencias Sociales: Feminismo,Política,Sociología,Psicopedagogía,Ecología,Exclusión Social, Paz y No violencia, etc.
domingo, 26 de octubre de 2014
La indecencia de los consentidores
Prostitución proviene del término latino, prostituere, que
significa literalmente “exhibir para la venta”. Lo inmoral no es quien
la ejerce, sino quien la demanda y consume, escandaloso es quien tiene
un discurso de día y otro de noche, que justificarán por los casi 20.000
millones de euros que mueve su negocio al año, y que ahora junto con
otras actividades dudosas, aflorarán cuantificándose en el 1% del PIB.
No quería hablar del segundo oficio más antiguo del mundo después de
la esclavitud, se trata del paralelismo en muchas de sus aristas con el
caso Bankia, en el sentido de identificar el comportamiento humano,
cuando la hipocresía y los intereses particulares o de grupos se
superponen al interés social.
El affaire de las tarjetas opacas tiene infinitas interpretaciones,
primero que los ha pillado la sociedad con las manos en la masa, segundo
que era sabido, conocido y consentido por allegados, cercanos y algo
más lejanos, tercero que su ostentación era pública y admitida por el
circuito de quienes tienen altas responsabilidades de país y oposición.
Cuarto que su depravación, y la de quienes los observaban o se
beneficiaban directa o indirectamente, era tan miserable como las de los
utilizadores del cofre ajeno. Quinto que no es un caso aislado sino que
atraviesa a la mayoría de quienes en un momento de sus vidas han sido
sometidos a la prueba del algodón y no solo no la han pasado, sino que
han ganado a pulso cada uno de los calificativos que la sociedad les
adjudica, tanto por el acaudalado montante que han dilapidado, como por
el uso inmoral que han hecho del mismo, a ninguno se les ha ocurrido
donar a Médicos sin fronteras o Amnistía Internacional.
¿Y ahora, qué? Pues que además de devolver integro el dinero, tienen
que someterse a la justicia, y políticamente las correspondientes
fuerzas si quieren no ser salpicadas por uno de los casos de corrupción
más execrables de este país, están obligadas, sin que les tiemble el
pulso por equilibrios internos, a ponerlos de patitas en la calle, amén
de sus mentores. Los expedientes, y otras maniobras dilatorias, pueden
tener un efecto boomerang demoledor, en unos más que en otros.
Decía
Voltaire “Cuándo los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto”.
Kechu Aramburu. Publicado el 17 de Octubre del 2014, en el Correo de Andalucia.