Ya lo dijo recientemente su Majestad Juan Carlos de Borbón en una
epístola de la que se hizo eco la web Real. Quiso decir que son «malos
tiempos para la lírica», pero silenció el verbo poético de German
Coppini, el músico creador de Golpes Bajos, y saboreó la fábula de Tomas
Iriarte sobre Los dos conejos.
Y continúa
balbuceando locuciones del siguiente tenor: «No es buen momento para
escudriñar en las esencias, ni para debatir si son galgos o podencos, y
cuidado con quienes amenazan nuestro modelo de convivencia».
En estos albores del siglo XXI, la mítica frase de Sherlock Holmes
«elemental, querido Watson» actúa, aquí y ahora, como notaria de un
portavoz del pensamiento único, y se traduce así, del lenguaje
babilónico, nosotros, monarquía, jefaturas, poderes estamos indefensos,
por lo tanto evitemos que la gente desnuda y libre pierda el tiempo
elucubrando sobre los peligros que acechan a estas vulnerables personas,
ya que se corre el riego de sucumbir ante ellos.
Es todo tan de Catón, está todo tan requetepactado, que sorprende
tanta tinta emborronada, tantas secuencias excusativas sobre los
corazones tricolores.
Nadie está sugiriendo retratos en sepia y menos
inservibles juramentos sobre quién es más republicano o monárquico.
Se
trata de que los que no pueden hablar están pidiendo algo tan básico
como el derecho a decidir el presente y el futuro de su país. Maquiavelo
dijo «todos los príncipes inteligentes han tenido cuidado de no reducir
al pueblo a la desesperación».Kechu Aramburu
Publicado en el Correo de Andalucia el 13de Junio del 2014

