sábado, 14 de septiembre de 2013

¿Para qué sirve una derrota?


No ha sido la retirada desordenada de un ejército vencido, aunque nebulosamente nos recuerde el verano de 1588, cuando el rey Felipe II de España envió la famosa Armada Invencible, la flota más grande jamás construida, para invadir la Inglaterra de Elizabeth I. Contra esta poderosa armada se alineaban los expertos marineros ingleses, al mando de Drake, con sus rápidos navíos de guerra y sus superiores técnicas de navegación. Problemas de toda índole, de organización, militares, navales y, sobre todo, las terribles tempestades habidas en ese verano desbarataron los planes de Felipe II, convirtiendo la expedición española en un auténtico desastre. 
 
Parecido este macro suceso, “un descalabro” ha impedido que los planes de unos pocos salgan adelante. Es la foto impecable de la España 2020, como si el flash de Richard Avedon hubiera inmortalizado, a modo de prólogo, la narración de la historia contemporánea del Madrid de los Rajoy, Botella, y cía.
 
En medio de la crisis más elitista de Europa, que ha convertido en vulnerable a casi el 40% de la población española, el presidente del Gobierno de España, el presidente de la Comunidad de Madrid, la alcaldesa de la capital del reino, y los grandes de este país, más amigos, de viaje, BBVA, El Cortes Ingles, Iberdrola, Renault, despacho Garrigues,y la Consultora Bovis, entre otros… junto con la comparsa de nuestros grandísimos deportistas seducidos vilmente con un arsenal de voluntarios medievalistas, y una inmensa mayoría de medios de comunicación errando el tiro, deciden sacar el conejo de la chistera, embarcar a los huérfanos de ilusión de este machacado país en una aventura obamista haciéndoles creer que es posible jugar a los Juegos, un territorio casi embargado, sin crédito económico ni político, de smoking e intentando hacer caja con la ruleta, poniendo como colofón a esta tragicomedia, unos ilustres analfabetos en la primera lengua de comunicación internacional.
 
Si no hay dinero para pagar la luz y el agua, y comer frío o caliente todos los habitantes de la España del siglo XXI, en términos democráticos, el amago de este evento tiene el color del delito, el sabor de la inmoralidad y el olor de la estafa. Hay probados indicios, actúese. Por pasiva, pero especialmente por activa.
  
Kechu Aramburu

Publicado en el Correo de Andalucia,
el 13 de Sepptiembre del 2013