No ha sido la retirada desordenada de un ejército vencido, aunque
nebulosamente nos recuerde el verano de 1588, cuando el rey Felipe II de
España envió la famosa Armada Invencible, la flota más grande jamás
construida, para invadir la Inglaterra de Elizabeth I. Contra esta
poderosa armada se alineaban los expertos marineros ingleses, al mando
de Drake, con sus rápidos navíos de guerra y sus superiores técnicas de
navegación. Problemas de toda índole, de organización, militares,
navales y, sobre todo, las terribles tempestades habidas en ese verano
desbarataron los planes de Felipe II, convirtiendo la expedición
española en un auténtico desastre. Si no hay dinero para pagar la luz y el agua, y comer frío o caliente todos los habitantes de la España del siglo XXI, en términos democráticos, el amago de este evento tiene el color del delito, el sabor de la inmoralidad y el olor de la estafa. Hay probados indicios, actúese. Por pasiva, pero especialmente por activa.
Kechu Aramburu
Publicado en el Correo de Andalucia,
el 13 de Sepptiembre del 2013