Nadie recuerda quien mató a Kennedy,
tampoco el nombre del toro que mató a Manolete, no pasa nada.

Y es posible
que tampoco recordemos que pasó con Bettino Craxi en la década de los 80, que tras
la resaca del proceso judicial llamado “Manos Limpias”, en un intento de acabar
con la corrupción imperante en la política italiana, el primer ministro señalado
entre los corruptos tuvo que dimitir de su cargo. Su partido no tardó en desaparecer y
posteriormente “llegó quién llegó” al
poder, en medio de un cuasi vacío
político, Silvio Berlusconi un populista para un pueblo en busca de su
salvador, el cual condenó a Italia a la bancarrota y su deslegitimado sistema
llevó a la tumba la vida pública italiana.
Esta es la tozuda historia que no por
desconocida se repite, es muy español decir que esto sólo pasa en España, pero indiscutiblemente
lo que sí tiene la marca del reino es la fractura insoslayable entre la España
oficial y la España real, entre la España Mato, la España Gurtel, la España
Nóos, la España Pallerols, la España Palma
Arenas, la España de los defraudadores ,de los evasores, de los traficantes de
la pobreza y compañía, de los okupas de la política para lucrarse, de los
golpistas de nuestra secuestrada democracia, y la España real de las dos
millones y medio de personas en la pobreza absoluta y severa, de la España de
casi seis millones de parados.


Kechu Aramburu.
Publicado en El Correo de Andalucía, 7-2-2013.