jueves, 1 de noviembre de 2012

Cataluña no es Mas


  Cataluña no es más, ni mucho menos, Cataluña no es  Arthur Mas, al igual que España no es Rajoy. Y el obsceno duelo  entre los dos presidentes, y las respectivas huestes, evidencia como las banderas del españolismo centralista y del independentismo catalanista, ensambladas de inmovilismos,  son puro celofán para  envolver y ocultar la crisis económica, sus efectos y el fracaso de ambas políticas.

 Y es literalmente  la burguesía catalana, y el casi medio millar de familias que dominan la economía  de dicha comunidad,  los que serían posibles beneficiarios de un Estado propio, casualmente los mismos que  están desmontando el  estado del bienestar social en su tierra, aliados naturales en el pasado y en el presente en el Congreso de los diputados, sin CIU el PP no hubiera podido cabalgar holgadamente ni ejecutiva ni legislativamente, han sido sus inseparables  muletas  en el trayecto  de los grandes designios  de este país.

Pero  no es irreverente reconocer, que la arquitectura autonómica heredada de la transición es un modelo agotado, y es necesario partir del  viejo principio de solidaridad “el que más tiene es el que más debe aportar”, siendo el encaje federalista plurinacional  el que permite reequilibrar, reajustando cooperativamente el modelo de financiación.

La vía muerta, en  la que está sumido el marco territorial, especialmente en Cataluña, desde el golpe político de la sentencia del Tribunal Constitucional contra “El Estatut”, tiene como consecuencia, entre otras, haber disparado la cifra de independentistas. Ese escenario necesita de pincel  fino para diseñar  futuros, y eso en democracia se llama consultar al pueblo. 

 Si hemos reformado, indecentemente, la Constitución, para anteponer pagar las deudas y los intereses de la banca,  antes que las necesidades básicas de la ciudadanía, cómo ahora nos vamos a negar a reformar la Constitución para darle la palabra a quienes padecen doblemente los recortes, los de Rajoy y los de Mas. 

No hay que tener miedo a que los de abajo, hablen, voten y decidan, solo hace falta un requisito, decir la verdad y solo la verdad, porque la gran compañera de viaje de la manipulación es la ignorancia,  por eso y para eso hablemos alto y claro, un pueblo informado, es un pueblo culto, y ese es el mejor antídoto para no equivocarse.

Kechu Aramburu. 
Publicado en El Correo de Andalucía
Uno de noviembre de dos mil doce.