Blog personal de Kechu Aramburu.
Investigación en Ciencias Sociales: Feminismo,Política,Sociología,Psicopedagogía,Ecología,Exclusión Social, Paz y No violencia, etc.
Bien pensado sólo me dirigiré a usted, Rey Felipe VI, único de
carne y hueso.
Estuve atenta en el marco del ritual a su discurso de Navidad,
por saber sin interpretaciones de cuanto arsenal constitucional y
voluntad política dispone, como árbitro del Estado español. Decirle que
amén de la laicidad y de la comparativa sobria puesta en escena, su tono
algo agitador y gestualmente apasionado, fue novedoso, y para empezar
mi expectación no más incrédula que la de cualquier persona, que lleva
casi 40 años oyendo hablar de la satisfacción de ser español, fue
sinceramente poco estereotipada. Se dice que en tiempos de
incertidumbre, la esperanza es una buena compañera de viaje, la cargué
en mi alforja, lo vi, lo oí y lo he leído. Permítame Majestad decirle que las palabras, que pronuncia un Rey en
tan solemne ocasión, no deberían ser sólo movilizadoras del órgano
humano más sensible y manipulable que es el corazón, sus recursos
eminentemente morales, emocionales, afectivos, sentimentales, de
alegorías a los desafectos familiares o amistosos nacionales, de
ilusiones y de vigor son, al menos en el código universal, insuficientes
en una democracia no consolidada, y sin la estabilidad política
necesaria, para dedicarse a resolver el drama de los casi seis millones
de españoles en paro, en lugar de estar permanentemente enredados en la
corrupción de gran parte de nuestros gobernantes, y de algunos agentes
privados… ¡Ah, se le olvidó mencionar a estos últimos!
La clave, estimado Rey, no es el coraje, ni el ilusionismo de
chistera, ni el voluntarismo infantilista, ni la anciana recuperación
del gran orgullo nacional, ni la compasión aunque sea solidaria por
quienes sufren.
Usted sabe que aderezar exclusivamente los retos con avances en la
convivencia política, adaptándola al mundo de hoy, quitarle óxido al
funcionamiento institucional, y dos ingredientes más, son necesarios
pero no constituyen ninguna receta de calidad y garantía para acabar con
la pobreza, con la corrupción como cultura política, con las
desigualdades sociales y territoriales y con el derecho a vivir sin
mordaza.
Kechu Aramburu Publicado en el Correo de Andalucia, el 26 de diciembre del 2014
Hay docentes y maestros, hay padres y madres, hay de todo, pero en
estos tiempos revueltos, hay paradigmas que no cambian. El nuevo discurso sobre los procesos de enseñanza-aprendizaje, por supuesto,
incorpora diariamente la innovación y la adscripción a la educación de
ultimísima generación, pero reducido al laboratorio de la formación de
los guías, de la producción teórica, y de voluntarismo de una fauna en
extinción que somos los detractores educativos del Gatopardo.
Pero lo llamativo es
que escasamente se traducen los cambios en las aulas, tampoco en el
currículo articulado por las editoriales, ni en metodologías instaladas
en el confort de las filas de uno en uno, de las clases pseudo
magistrales de pizarra. El abuso del castigo como respuesta a las
incertidumbres de los adolescentes, de la cómoda prohibición a todo, que
te evita dar explicaciones a los impertinentes menores, provocando
comportamientos reactivos en estas jóvenes generaciones, que utilizan
los propietarios del trayecto educativo, para endurecer las pautas de
paisaje escolar, eso sí, siempre bajo el epígrafe «por su bien».
En el convulso siglo XXI, nuestros niños y niñas están aprendiendo
minuto a minuto, rincón a rincón. Según los expertos, en los próximos
diez años veremos cómo las fronteras que separan la escuela y el hogar
desaparecen.
Por eso, el debate de los podencos sobre los galgos es
inmoral, si lo que venimos haciendo en la gran España, y en los
minúsculos barrios, no está dando resultados de éxito, ya que se
necesitan academias privadas, aulas de estudios , madres con la tarea
añadida de ser profesora particular de sus hijos, simulacros de
recuperación de lo no aprendido en meses, engullirlo en vacaciones, y
así hasta montar el negocio de la cultura de lo privado, lo particular,
lo punitivo, lo complementario, lo extra, vaciando la escuela de
valores, dedicando a enseñar las mismas tablas, los mismos teoremas y
peores catones que nuestros antepasados, para concluir aparcando el
oficio de educar.
Freire dijo: «Quien se atreve a enseñar nunca debe
dejar de aprender».
Kechu Aramburu Publicado en el Correo de Andalucia el 19 de diciembre del 2014
¿Cuales serian los grupos de riesgo en la Navidad? Los pobres,
los que perdieron seres queridos, recientemente o hace tiempo, los
jóvenes y menos jóvenes que han tenido que emigrar a la nueva y a la
vieja usanza, y económicamente no pueden reunirse con los suyos, los que
en la familia tienen desavenencias insalvables y no hay fórmula de
reconciliación, los mayores que se quedaron sin parientes cercanos,
los separados traumáticamente, los enfermos hospitalizados, los presos,
los sin techo, y los cinco millones de parados.
La otra cara de la Navidad en España está dibujada por los rostros,
que padecen el estrés y la ansiedad para cuadrar agendas de
innumerables cenas o comidas familiares y de empresas, por abastecer
de regalos a propios e impropios, por rebosar neveras de exquisiteces
de marca, por ser los mejores anfitriones, por recopilar décimos de
loterías, por llevar los niños a las colas de todos los belenes, por el
vía crucis de las distintas grandes superficies, por ver las
costosísimas iluminaciones de los cascos urbanos, por felicitar con
whatsapps a todos los que nos lo envíen previamente, por comprar los
últimos detalles para tunearse en las fiestas, o desear paz a quienes
el día antes y después les pones las cosas difíciles para convivir
positivamente, o simplemente los ignoras.
En ambos grupos de población en estas fechas aumentan los índices de
desordenes psicológicos, unos por no tener y otros por sobrarles. Todos
son víctimas de una achampanada publicidad, que moviliza obscenamente el
más despilfarrador de los consumismos, arreglándoles las cuentas de
déficits a los peces grandes, a las súper estrellas y otros astros del
planeta. Informan los profesionales de la sanidad que las
admisiones en los hospitales por problemas psiquiátricos aumentan
considerablemente en las semanas que siguen a estas ancestrales fiestas
¿Por qué?
No parece que en el ADN de la Navidad, estuviera adulterar este
evento con motivos tan descaradamente comerciales, endulzados con el
chabacano toque de las armonías cosidas para los ricos, y zurcidas para
los demás.
Kechu Aramburu Publicado en el Correo de Andalucia el 12 de diciembre del 2014
La Ley de Murphy se basa en el adagio: Si algo puede salir mal,
saldrá mal. Su espíritu conlleva el principio del diseño defensivo, con
mutaciones adicionales, como la analogía que nos ocurre a casi todos
cuando vamos a un súper, estamos en una larga fila para pagar, tu fila
no avanza, ves de repente que la otra fila está más corta y avanza más
rápido, decides pasarte a esta, la fila inicial comienza a avanzar y a
la que decidiste pasar comienza a tener demora para pagar.
Pues algo muy parecido le acaba de pasar al pariente Rajoy, cuando
todos creíamos que con la titularidad de Mato había tocado fondo, el
dedazo de una jugada de enroque de un presidente de Gobierno que por no
fiarse, tiene dudas sobre él y, ha hecho el ejercicio titánico de
compartir con la vicepresidenta, el nombramiento del comodín y
funcionario del partido Alfonso Alonso, donde lo de menos ha sido su
conocimiento sobre sanidad, servicios sociales, por no decir igualdad.
Evidenciando la manifiesta prioridad de atrincherarse electoralmente,
dilapidando este cartucho, uno de los pocos que le va quedando,
volviéndonos a demostrar cuan insignificante es su interés por resolver
la situación límite que viven expresamente los afectados por este
vilipendiado ministerio.
Cuentan que el ínclito es un político bipolar, ni muy ultra ni poco,
ni de pelo engomado ni revuelto, un relativista que no se suele
despeinar, ni por felicitar pública e impúdicamente a Mato en su
despedida, por su alta responsabilidad al aceptar el cese del jefe sin
rechistar, ni por deletrear que lo que no puede ser España es un
coladero sanitario, o perlas como: hay cosas que no se pueden pagar
íntegramente desde la sanidad pública… Lo siento por los enfermos, por
los discapacitados, por la maltrecha ley del aborto que va a retomar por
la parte más vulnerable que son las adolescentes, lo siento por las
mujeres, y por los excluidos.
Recupero la memoria histórica del ministro Alonso, cuando era alcalde
de Vitoria, y solo pienso que lo que no es útil a la colmena tampoco lo
es a la abeja y al panal.
Kechu Aramburu Publicado en el Correo de Andalucia el 5 de diciembre del 2014