miércoles, 25 de diciembre de 2013

Sin tregua

Espero que ningún ministro, y menos el presidente, tenga la osadía de desear felices fiestas navideñas a ningún habitante del territorio español, y menos a quienes van a vivir unas fechas, con demasiadas carencias básicas.

Y para colmo además este gobierno aprovecha el calendario, tal como aprendieron en la escuela del generalísimo, para abordar leyes, reformas, y tramitaciones de esas que necesitan vacaciones del pueblo para decretarlas. 

Me estoy refiriendo a la alcanforiana ley del aborto de Gallardón y Cía. El autor material se despacha con cuatro afirmaciones, tan tóxicas y venenosas como las siguientes: “se están vulnerando los derechos del no nacido”, “lo llevo en el programa electoral”, “mis principios son los que me llevan a defender el derecho a la vida”, “las mujeres no son culpables sino victimas”.

En este contexto, ante tanta infamia y desahogo del flamante ministro, es necesario hacer un esfuerzo de contención y administrar la rabia, la ira, la indignación y la desesperanza, porque son malos tiempos para el cuerpo a cuerpo. O sea que de forma ordenada y serena, le diré que coincido con su señoría en que las mujeres sí son víctimas, sus víctimas. Jóvenes y más mayores que no han sido agraciadas con la cuna de quienes podéis alimentar cuantas bocas se abran en vuestras casas, y por el contrario la mayoría, que necesitan por responsabilidad con los nacidos, no tener hijos a los que no puedan alimentar, personas que no han tenido educación sexual, porque no es una asignatura que tengáis en nuestras escuelas.

Son tan miserables las dos potentes deudas, con el ala ultraconservadora de su electorado y con el sector destituido de la iglesia de Rouco Varela, que le llevan ahora a dinamitar la ley de plazos, que tiene el respaldo del 75% de la población y del 100 por cien de quienes hacen uso de ella. Norma en la que habíamos conseguido las mujeres ser dueñas de nuestras decisiones, de nuestras vidas y de nuestro futuro, sin que los psiquiatras, o tutores en forma de hombres, tuvieran nuestros destinos en sus manos, condenándonos a la tutela masculina en pleno siglo XXI.
 
No tenemos el vicio de abortar, pero si el derecho a decidir cuándo y cómo queremos ser madres, tan elemental como que nosotras parimos, y nosotras decidimos.
 Kechu Aramburu del Rio
Publicado en el Correo de Andalucia,
el 21 de diciembre del 2013