
No se trata de enmendar la Ley Wert, se trata de cambiar íntegramente la filosofía, el texto y la memoria económica, esta es la posición mayoritaria de la comunidad educativa, de quienes estamos a pie de obra en las aulas.
Lo demás, importante no, lo siguiente, pero no se trata sólo dar respuesta de cuando en vez, que también, no se trata sólo de aglutinar para negociar, que por supuesto, no se trata de mejorar en el trámite del Senado, que desde luego, no se trata de declaraciones o artículos como este o parecidos, que son obligados. Estamos frente a un burdo y sutil desmantelamiento por parte del eje Madrid-Berlín, de nuestra deteriorada educación pública, eslabón primero de las políticas de igualdad de oportunidades, pieza sin la cual no hay desarrollo del Estado social.
En este país colonizado, la Ley orienta el sistema educativo hacia la preparación de mano de obra barata, la reforma se instala en un sistema educativo basado en exámenes continuos, comportándose la educación como una carrera de obstáculos en la que el determinismo de los recursos familiares será lo relevante para el éxito o el fracaso. Segrega a edades tempranas para un funcionamiento que plagia a las empresas privadas, donde la selección se hace en función de las necesidades de su mercado. El peligro de volver al subdesarrollo, empobreciendo a los que disponen de menos recursos, se institucionalizará cuando la ley se apruebe.
La respuesta es de Estado y social, de raíz y sostenida en el tiempo al modelo global y particular.
Kechu Aramburu del Río
Publicado en el Correo de Andalucia,
el 25 de octubre del 2013