miércoles, 22 de agosto de 2012

Pero qué farisaicos somos, soís, son.


O estabais muy desocupados, o han faltado noticias impactantes, o incluso disuasorias porque los juegos olímpicos terminaron, o a lo mejor es que  el sistema se asusta cuando lo rozan.

O quizás lo que parecía una anécdota, protagonizada por unos cuantos jornaleros, más uno y otro, como todos los veranos, en su cultura de recordarnos que la  “playa y la montaña” son lujos imperdonables, en medio de la pobreza severa.  Justo este año, de piel y paisaje sensible, cuando precisamente parece que una España se desmorona y se desmonta, con una fractura económica y social, con pocos parangones en la historia contemporánea de este país, se provoca el encendido de todas las alarmas.

Conseguir ser titular, en lejanas franjas del planeta, portada en los grandes medios de comunicación, mega-tema en las tertulias televisivas y radiofónicas, chascarrillo en los bares, comidilla en las familias;  y además competidor informativo del IBEX, de la prima de riesgo, de la Bolsa, y del Banco Central Europeo, es extraordinariamente insólito. Y  este aparente espejismo parece  indicar, que todo no está tan atado como se creía, y por lo tanto ahí está, el manejo inadecuado, o no, de simbólicas iniciativas, de resistencia pasiva y desobediencia civil.

 Hay un recurso legítimo,  que consiste en el uso inevitable de  las competencias “saber estar” y “saber representar,” mediante la aplicación del “manual de lo políticamente correcto”, pero en este caso,  remarcar el desacuerdo en público o en privado, por quienes no tenemos obligaciones de gobierno, desnaturaliza el debate, el debate necesario, oportuno y obligado, no sobre el dedo que señala la luna, sino sobre la luna misma. Pero asumamos cada uno el papel que nos toca, o el que consideremos, sin más culpa, ni disculpa, que la responsabilidad contraída. Por lo tanto no amplifiquemos, ni simplifiquemos, y  si demos la justa medida a las cosas, porque el rigor y la objetividad engrandece a las personas.

Este grupo de “forajidos”, cuasi testimoniales y aparentemente más  potentes de lo aceptable, que han osado dirigirse a dos grandes superficies, con considerables superávits, además de emblemáticas porque están en la orilla, de quienes  progresan inadecuadamente  con el negocio de la crisis. Ellos, con  llamada in situ a la prensa, con flashes y micrófonos, para que se pudiera ver y oír en directo, y en diferido, cómo sacar unos carros con garbanzos y leche, no para alimentar a nadie,  aunque también, sino para desenmascarar, y denunciar la hipocresía de los atracos blanqueados,  a los que nos someten los gestores y promotores de la multiestafa, a los que se tutela y encubre como casi  siempre, pero algo más sofisticadamente, repitiéndose la jugada de que robar una gallina tiene pena, y robar a lo grande tiene cobertura, aunque sea para amasar fortunas, a costa de generar más  miseria.

Y mira por donde el grito desesperado de unos desalmados y desarmados, utópicos porque plantean el derecho a comer casi todos los días, y que para colmo se les ocurre decir,  “la tierra para quien la trabaja,”  pone el dedo en la llaga  ¡Qué insolentes ¡

La distorsionada irrupción en el escenario, del Ministro de turno, preocupado y ocupado de los grandes conflictos de interior, y echando de menos al viejo TOP, envió a  los propios, a cazar sindicalistas “asalta super”, y arrestarlos ejemplarizantemente, por los delitos de robo con violencia, pero sobre todo por el gran delito de resaltar la vulnerabilidad del poder, y muy especialmente por remover la postguerra, y recordarnos la  clásica máxima,  “quitarle a los ricos lo que les sobra,  para darle a los pobres lo que les falta”.

Claro, claro, están poniendo en cuestión el Estado de derecho, están rompiendo la convivencia democrática, han hecho llorar a una cajera y la han empujado (lo cual es impresentable), esto junto con la actitud cuatrera de los muchachos, nos da derecho para convertirlos en los “bandoleros del sur”, condenarlos mediática y penalmente, y mandarlos directamente a los leones, por querer  dar lecciones sin nadie pedírselas.

 Por supuesto que el itinerario que han elegido es peligroso, peligrosísimo, en primer lugar para ellos, que se la juegan, pero sobre todo, porque pueden evidenciar demasiado los déficits de manera abrupta, y ante la fragilidad de las respuestas a la crisis, algunos sectores de la ciudadanía pueden decidir emularlos, ya que el hambre y la desesperación no conocen el miedo, y entonces sí, nos podemos acercar a umbrales “revoltosos”.  Pero… lo realmente peligroso y  punible son las conductas de las élites, que están expoliando impunemente a los ciudadanos de  este país.


Recurrente guión, sin financiación prevista, para mi próxima película de ficción, que se llamará “Asaltando con cuello blanco”, donde los buenos son malísimos, y los malos son los  buenísimos, los que imparten la justicia y el orden,  vamos lo de la zorra cuidando el gallinero. ¿Será posible que consigan, que las cosas sean como parecen y no como son?




Publicado en El Correo de Andalucia
Sanlúcar de Barrameda, 20 de agosto del 2012.
Kechu Aramburu del Río.