
Intelectualmente es insostenible
saber, y no poder escribir sin cruzar las líneas rojas, insostenible
políticamente saber, y no poder hablar
sin que las palabras tengan demasiados efectos colaterales; insostenible como
ciudadana, conocer las entrañas del animal, y poder sólo lidiar, sin poder
rematar; insostenible ver que los tuyos, a veces también se equivocan, y no los puedes
enmendar.
Igualmente insostenible, tener
que incorporarnos al bloque de “ver, oír y callar”, bajo el satánico chantaje
de que, la comunidad internacional
necesita asegurarse, una España en paz y pacificada, para no ahuyentar a los
“mercados- inversores- especuladores”, a la sazón los mismos; insostenible ver
las orejas al lobo, las barbas de tu vecino, y no entender como no ponemos las
nuestras a remojar.
Insostenible intuir, que los
silencios a medias se puedan tornar, en
complicidad con los hacedores; insostenible tener que ser obligadamente
gandhiana, tener que esperar, a que el
mito de David y Goliat (Biblia- Libro de Samuel.17, 4-50) madure; e insostenible
tener que, cada día rezar la laica
jaculatoria, de que “el tiempo pone a cada uno en su sitio”.
Tengo la racional y epidérmica sensación,
que en medio de este ciclón, que está a punto de llevarse casi todo, menos lo
que está a buen recaudo, en “los subterráneos anti-crisis”, por decir la verdad y solo la verdad, sin
tamizar, sin matizar, sin dulcificar, sin modular, sin enmascarar, podría ser tildada de delirante, de iluminada, de estrafalaria,
podría incluso ser penalizada, y ser sometida al silencio mediático.

Ratificada
la alarma, por la acusación directa, y reciente, realizada por Naciones Unidas,
sobre las contra-reformas, que se están llevando a cabo en España, y están provocando, un
21,8% de pobreza severa.
Para no salirnos del guión de
los depredadores, expertos en efectos secundarios de esta recesión, cultivan las ingestas culturales de alcohol, y otras
sustancias, que configuran junto los correspondientes programas televisivos a tal efecto, y otros suvenires sociales, la barrera
más sibilína, y casi mejor orquestada del nuevo régimen, donde todo ello
pertenece al coctel, que suministran como, “prozac político de la felicidad”, para que se esté, ausente, pasivo,
paralizado, anestesiado, este es
uno de los verdaderos mimbres del ejército, que por omisión deja a una parte de
la población, fuera de todos los combates.
No me ofendáis, no me puedo permitir
el lujo de ser más ingenua, sois pocos pero armados hasta los dientes, tenéis el
poder y el dinero, pero nosotros somos muchos, y tenemos hambre y sed de
justicia, por eso repasad, repasad la historia,
y veréis como efectivamente” torres más altas han caído”.
La no sonoridad del tórrido
verano, no quiere decir más que, para pactar o para lo contrario, hacen falta
algunos ingredientes, y estamos en ello, tenemos la razón y el consenso del pueblo soberano,
y estamos haciendo acopio, del material que nos faltaba, para eso y por eso, nos
vemos tranquilamente, en septiembre…

Publicado en "El Correo de Andalucía",
Sevilla 7 de agosto del 2012
Kechu Aramburu.