domingo, 7 de marzo de 2010

“Feminismo sin burka”


Eso, representa Nani Carvajal, la inquebrantable periodista, que intentó “camuflarse” tras el look de apariencia frívola, obsesionada por la estética, para poder bucear sin censuras, por la ética informativa, social y de género.

Llevo más de un cuarto de siglo haciendo la travesía con ella, y pongo por testigo la historia, que ha sido cofundadora de todo esto y más, con alguna de nosotras, de la primera revista feminista “Mujeres del Sur”, del primer Libro Blanco de la mujer en Sevilla, de la creación de “Las Cigarreras”, de la APDM, y del Grupo 7, y así sin tregua apostando sin tapujos por un feminismo sin apellidos, hasta llegar aquí. Hicimos también un recorrido por la investigación, la reflexión y el debate. Pero ella era una “broker” y tras avatares secuenciales, partidarios y personales de unas y otras, Nany llegó a la Presidencia de la Fundación María Fulmen, y allí volvimos a congregarnos como patronas, una parte del feminismo sevillano, para seguir en el artesanal empeño de crear espacios de visibilidad para las mujeres, que desemboquen en afluentes compensatorios de tan costosa discriminación.

Nani ocupó bastantes telediarios poniendo el foco en los temas de género, era la portavoz oficial y oficiosa, les puso la voz y el rostro a ellas, a nosotras, a todas. Sé que tiene exclusivas, desde el punto de vista mediático, espectaculares, pero que guarda en el anonimato por razones de ética profesional, de complicidad con las afectadas.

Persistente en la denuncia y en el barrido de las fronteras, cruza del Tiro de Línea a los Reales Alcázares con el mismo discurso, y el mismo disfraz, la lucha incansable por las doblemente necesitadas. Genuinamente atrevida, sin más burka que el de sus convicciones, subida en el andamiaje de una lucha titánica, se ganó la Presidencia de la centenaria Asociación de la Prensa de Sevilla, y hoy con un ejemplar currículo de sol radiante ha conseguido brillar hasta destellar, con las alforjas cargadas de proyectos tangibles, de transparencia, de solvencia, de marcador de garantías.

Ahora, Nani, nos toca informar, formar y concienciar medularmente no sólo desde las tribunas, sino sobre todo en el tajo, hay que desmaterializar el consumo mediático, virtual, y recurrente del feminismo. Tenemos que quebrar el feminismo de la beneficencia, que entretiene nuestros singulares objetivos del milenio, hay que reconducir el feminismo del victimismo que amarillenta y “morbosea” la nitidez y la emergencia de nuestros derechos. Hay que solapar el feminismo de sobremesa, que nos convierte en mercancía rosa y adultera la frágil consideración que tenemos como tema de Estado.

Es tan necesario concienciar, sensibilizar, y seguir conquistando trozos de igualdad, de paridad, de democracia, de reparto, de bienestar. Hay que estar dentro y fuera, arriba y abajo, en lo institucional y en lo social, con las excluidas y con las que no votan, con las minorías y con la mayoría, con todas sin excepción.

Es tan largo el camino, amiga, tantas las pausas, que te propongo un trato: hagamos un pacto, con los hombres cómplices, con los hombres por la igualdad, con los compañeros de viaje, para la hegemonía gransciana. No vale sólo volver a los orígenes, hay que diseñar el futuro de nuevo, como hace años hicimos con lo que hoy ya es presente, derechos formales y discriminación positiva, hay que ganarle la batalla a los privilegios, a la masculinización, a las desigualdades, a la violencia, a la subalternidad, tenemos que otear que en el horizonte son posibles las sociedades igualitarias, para no sólo resistir y sobrevivir, tenemos que marcar una hoja de ruta que señale una convergencia con lo emergente, que no nos impida que lo urgente solape lo importante, que el caso no sea el ocaso, que lo invisible no sea lo irrelevante. Para todo ello pongamos la historia, la ciencia, la matemática, la física, la diplomacia, el sindicalismo, la medicina, el derecho, la economía, las instituciones, la política, a darle jaque-mate al feudalismo de género, y subvertir los parámetros que apuntan como normal y natural a los que se han instalado en la mayoría, considerando inevitable la existencia de un segundo sexo.

No puede ser que la crisis tenga nombre de mujer, que la exclusión tenga nombre de mujer, que la pobreza tenga nombre de mujer, que el analfabetismo tenga nombre de mujer, que la dependencia tenga nombre de mujer, que las tareas peor remuneradas tengan nombre de mujer, que los salarios más bajos tengan nombre de mujer, que la prostitución y los malos tratos tengan nombre de mujer.

¿Es humanamente correcto, socialmente correcto, políticamente correcto haber condenado a la fatalidad a la mitad de la población por razones de género?

Por todo y para todo esto Nani es un honor para todas nosotras, que te concedan el Premio Meridiana en la sección medios de comunicación, este año, como toda la vida en reconocimiento a tu compromiso con las mujeres. Ha sido y es un placer compartir contigo durante más de veinticinco años este apasionante viaje por el feminismo. Gracias por dejarte utilizar, gracias por tu esplendido papel delante y detrás de las cámaras. Decía Oscar Wilde, que: “cualquiera puede simpatizar con las penas de una amiga, simpatizar con sus éxitos requiere una naturaleza delicadísima”. No dudes amiga que así es.

Kechu Aramburu del Río.
Feminista. Vicepresidenta de la Fundación Maria Fulmen.
Sevilla, ocho de marzo de 2010.