La Violencia de Género es multifactorial, sus vértices no son solo un número de teléfono gratuito para denunciar, conmemoraciones recordatorias, o declaraciones de diestros y siniestros, que también es esto, y muchísimo más.
Las inequidades son construcciones sociales, resultado de un sistema ecuménico, basado en la dominación masculina, fruto de un reparto dual de atribuciones en el cual el varón ocupa un lugar privilegiado, y la mujer es un mero apéndice (la costilla de Adán) útil para el desarrollo biológico de la especie y para los cuidados derivados. Este fenómeno está acreditado por el patriarcado, que no podría prescindir de esas funciones cotidianas porque son imprescindibles para su supervivencia. Lo perverso es que está ratificado por la micro sociedad privada y pública, conformando los ya normalizados malos tratos físicos y psíquicos.
Los maltratadores no son borrachos, ni drogadictos, ni enajenados, que puede que les acompañe algún ingrediente de estos, pero sobre todo son el producto adulterado, y engrasado, de una sociedad pergeñada para la división entre pobres y ricos, masculino y femenino, norte y sur. Pongamos el foco en el origen de las violencias, porque los datos desautorizan el trajín en el que estamos enredad@s.
Kechu Aramburu del Rio
Publicado en el Correo de Andalucia el 28 de noviembre del 2014