viernes, 31 de enero de 2014

La crisis de la Paz




Tal día como hoy, en 1948 asesinaron a Mahatma Gandhi, político y pensador indio, practicante de la “no violencia”, el hombre que condujo a su país a la independencia después de décadas de revolución pacífica. Pasa el tiempo y paradójicamente este último año el Nobel de la Paz se le ha concedido a la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ) ¿Un ente ? ¿No quedan o no hay personas referentes ya en el mundo, para ser depositarias de la mención? 

 

Ha muerto el último, Mandela, un rebelde, y prisionero, que llegó a presidente de Sudáfrica, y se convirtió en el mito de la dignidad, el hombre que en la cárcel revisó sus ideas e hizo una autocrítica radical de sus convicciones, su extraordinaria dimensión como leyenda se la da combinar el sentido político con el valor de la ética.

 Mandela descubrió que las actitudes arrogantes de los jefes, más que de su sentimiento de superioridad, procedían del miedo a perder sus privilegios. 


 Madiba comprendió que la reconciliación es posible si no se traiciona la memoria, que la injusticia siempre comienza por los actos más pequeños, y que la lucha debía hacerse por un mundo más decente e insobornable, ese es su legado, hoy aparcado por la mayoría de los gobernantes.

Demasiados líderes mundiales, junto con autoridades acompañados del sector privado, renuevan en conferencias y aniversarios su compromiso político a larguísimo plazo con el desarrollo sostenible. Pero valiosos recursos, tales como los diamantes, el oro, el petróleo, la madera o el agua, el negocio de las armas, de la droga, del arte, de la industria del lujo, son la causa directa de muchos conflictos o suponen un factor importante de las contiendas bélicas y de cuello blanco. Por ello, resolver la propiedad, el control y la gestión, es fundamental para instaurar la economía del bien común.


La vulneración de los derechos humanos en España, condenando a demasiados millones de personas a la miseria y al empobrecimiento es un acto de barbarie, ultrajante para la conciencia de este pais. La paz y la democracía están vinculadas íntimamente, juntas constituyen una alianza que consolida ciudadania. Y se construye promoviendo el empoderamiento de la sociedad civil, eje catalizador de la construcción de una paz sostenible.

Kechu Aramburu del Rio
Publicado en el Correo de Andalucia el 31 de Enero del 2014