Llegó el Presidente y mandó callar, como no lo había hecho jamás, y fue precisamente el aborto, algo que se considera “cosa de mujeres” lo que obliga a Rajoy a parar el cisma que se estaba produciendo en sus filas, y no por la sangría de las discrepancias de Monago, Feijoo, Cifuentes, Villalobos y otras irrelevantes baronías más, asuntos que tienen ya algún prolegómeno, con temas como Cataluña, y que con un pequeño apercibimiento, han subsanado el error de no rezar como el Jefe.
No tiene nada que ver, pero este andamiaje para silenciar se parece bastante a las tácticas del blanqueo de lo que sea, y de las tapaderas de lo de mas allá, con ellas el presidente y su secretaria general han decretado que el discurso único, que el pensamiento único se llama “brotes verdes, final del túnel y malabares en la economía” y con esa letrilla, versus muletilla, cada mochuelo a su olivo pasando previamente por el despacho Gallardón, a recuperar los votos perdidos, siguiendo la partitura del conejo y la chistera.
Estamos ante un tema de Estado “calado”, “la arquitectura de su moral”, la que encuaderna su programa electoral, y con la que hacen creer a feligreses y ciudadanía que es una leve propuesta de reforma del Código Penal, para proteger la vida del no nacido, con leves matices de algún liberal, y con la consabida oposición de los rojos de siempre y las inmundas feministas de toda la vida.
Kechu Aramburu del Río.
Publicado en el Correo de Andalucia,
el 10 de Enero del 2014