Cristina Federica de Borbón y Grecia está enamorada, igual que
Isabel Pantoja en su tiempo, o tanto como lo estuvo Ana Mato de su
esposo, y me imagino que igual que Bárcenas de su señora, o Blesa de la
actual, tanto como lo está mi vecina de la playa de su consorte. Y qué,
¿a quién le interesa sus vidas amorosas? más allá del cotilleo de la
prensa sonrosada ¿a la justicia española?
Estupor es lo que ha causado ver a uno de los bufetes más
prestigiosos del país, dado las minutas que cobra y los demandantes que
tiene. El penúltimo la Zarzuela, con un encargo directo de su Majestad
al ínclito Roca i Junyent, para que resuelva “lo de la Infanta”, y uno
de sus abogados Jesús Mª Silva del primer nivel de la corte, y con
franquicia en Palacio, diciendo textualmente: “La hija de los Reyes
actuó por fe y amor por su marido”.
Y dos actos más del vodevil, el
fiscal implicando al juez Castro en una “conspiración” contra S.A.R, y
una última que termina de convertir en indecente la historia de la hija
del rey, que está volviéndose tóxica. Citada a declarar por el juez,
contra viento y marea –fiscalía, audiencia, medios de comunicación–
hemos leído que ella “acude a declarar voluntariamente…”
La rectificación del gabinete jurídico al no recurrir la imputación,
dictada por la casa real, quiere decir dos cosas, la primera un intento
de pacto para que el yerno Urdangarin se autoinculpe, y se coma sus
marrones, y los de su cónyuge, por orden expresa de la Corona.
Y una
segunda, resultado de la anterior que es exonerar a la Monarquía
española, quitándole el polvo y la paja a la embelesada, séptima en la
línea de sucesión al trono, con la tesis del defensor de que la
realísima está enamoradísima del yernísimo, y eso parece ser un
eximente.
Si por amor se puede delinquir fiscalmente y blanquear dinero negro,
por ley la justicia española debe garantizar que se devuelva lo
enajenado, y se pise la cárcel si esa fuera la condena, a eso se le
llama “Igual para todos”.
Destacados juristas sabedores de las entrañas
del Supremo señalan que su jurisprudencia, cuando afecta a personajes
poderosos, adquiere “el formato de los camaleones”, no descartándose la
creación de una nueva “doctrina Infanta”.
Y colorín colorado este cuento
se habrá acabado.
Kechu Aramburu
Publicado en el Correo de Andalucia el 17 de Enero del 2014