Un día se lucha contra el recorte a las pensiones, al siguiente contra el fraude, al que viene contra el copago sanitario, el día después contra la reducción de las becas, y así incansablemente nos preparamos, y los preparamos. Y frente a las agresiones, vamos respondiendo de uno en uno, o todos a la vez, les da igual.
Agotados unos, y poco erosionados los otros en esta guerra de guerrilla, resultado del tiralíneas de un capitalismo renovado que nos tiene entretenidos y distraídos, sacándonos de las trincheras a merced del diseño de quien maneja, de quienes sutilmente nos marionetiza.
Y hoy y para llegar a fin de mes, de año y de la vida, con las menos visitas posibles a psicólogos y psiquiatras y con los menos ansiolíticos ingeridos, nos decretan sin esfuerzo el qué se debe hacer. No se me ocurriría menospreciar esas obligadas navidades, esas Semanas Santas, esas ferias, ese fútbol, esos toros, esa economía sumergida promovida y consentida por los que dicen combatirla, ese cuidado extremo del cuerpo, que neutraliza la crisis de la industria de la belleza y que se parece “solo un poco” a lo que hacían los romanos con el circo para sedar a su pueblo.
Y en este tiempo convulso de desmontaje del andamiaje, toca sellar o abrir la reflexión de la carta magna, de la Constitución, más que enarbolar banderas y banderines, como perchas de un pasado, que tiene un presente con nuevas demandas, nuevos actores, y múltiples príncipes, que no solicitan, sino exigen revisar lo superado, lo resuelto, lo mejorable, lo necesariamente imprescindible para seguir caminando juntos de forma diversa, y con las menos fisuras posibles.
Kechu Aramburu
Publicado en el Correo de Andalucia,
el 6 de diciembre del 2013