Mi vergonzante excusa tiene nombre de curiosidad, y de expectación por si decía algo… merecedor de suavizar el balance.
De todos es conocido que al rey se le escriben los discursos, en este caso es reconocible una desconsiderada deslealtad con su señor, ya que la pluma del texto pactado, rezuma algo así como tener el enemigo en casa, la foto amarillenta de un jefe obligado a quedarse hasta que se balsamice el temporal.
Mas que grave, parece que en una situación de autentico drama nacional, su majestad articule el discurso, con la conmoción del apoltronado en el palco de honor, relatando sin más pulso que el de la recomendación o el consejo. Inadmisible la ausencia de autocritica por sus desmanes y los de sus allegados, y vergonzosa la no asunción de responsabilidad por el uso de la monarquía para beneficio suyo y de sus familiares.
Y en cuanto los titulares sin rellenar, sobre la gran nación española, frente al no reconocimiento de la plurinacionalidad del Estado, lo sitúa en una soflama preconstitucional. Y como pre colofón el recuerdo excluyente con las víctimas del terrorismo vinculado a la doctrina Parrot, sin mencionar la Paz, y por el contrario el olvido más miserable para con las 50 víctimas de violencia de género.
Y termina con una mención constitucional cuando todas las semanas firma leyes, de las que emanan decretos sobrevenidos que están dinamitando dicha Carta Magna.
Kechu Aramburu
Publicado en el Correo de Andalucia el 26 de deciembre del 2013