Terror a que vayamos a ser representados por personas que continúan creyendo que los órganos biológicos masculinos garantizan la superioridad intelectual.
Y estupor, por el disparate de que no exista norma escrita en los códigos de convivencia de este país que penalice el machismo y el abuso de poder.
Zozobra porque no estén sancionadas las manifiestas desigualdades en la arquitectura europea, con casi 125 millones de pobres, mayoritariamente mujeres, y que no aparecen como objetivo para ser rescatadas de la exclusión social.
La indefensión de las mujeres es una mala consejera en los itinerarios de consensos para hacer cualquier trayecto de Europas inclusivas, porque las entrañas del machismo no solo se abastecen de superioridad física, sino fundamentalmente de creencias en la superioridad intelectual, y esa es la molécula con la que se fabrica el éxtasis de la dominación masculina.
Se ha recorrido un camino tortuoso, creyendo en los albores de este reto europeo, en la posibilidad como Cristóbal Colón de encontrar el nuevo mundo, pero hoy con una Europa “secuestrada por los superiores”, estamos especialmente obligados a no equivocarnos, evitando apuntalar el oxidado andamiaje de los que practican una sociedad dual.
Es legitimo no votar, pero inhabilita la autoridad moral para exigir, incluso para silabear, los neutrales no son inocentes, son la mano que mece las mayorías silenciosas, que les permite a los poderosos decir que tienen el aval de su pueblo soberano.
Kechu Aramburu
Publicado el viernes 23 de Mayo del 2014,
en el Correo de Andalucia