Se debería
superar el ciclo de la reivindicación a secas, de la protesta con solo la
primera capa de la cebolla, incluso las celebraciones con sobrecarga de
estandartes, demasiada inversión humana, desgates de tiempos, para el rédito
obtenido. Los analfabetos del siglo XXI no son aquellos que no saben leer y
escribir, sino aquellos que no están dispuestos a aprender, desaprender y reaprender.
Es
imprescindible que el sindicalismo en la era del Bosón de Higgs, como todas las
organizaciones sociales, necesita actualizar contenidos, formas de acción y de
intervención, reformular alianzas, revisar estructuras, aprender de la mujer
del Cesar, serlo y parecerlo, porque al
descarado linchamiento a que se está sometiendo a una de las herramientas
más poderosas, es insuficiente
responderle con orejeras, dedicando el arsenal humano y gran parte del
potencial a justificar, a mover papeles y demás menesteres necesarios, porque
el enfrascamiento “en eso” funciona como provocada estrategia de distracción,
de tentativa al atrincheramiento y de enroque.
El 1º de
Mayo era la fiesta del movimiento obrero, ahora con seis millones de personas
paradas, tres millones en situación de “pobreza severa” y enfrentándonos a la
irrupción de una segunda oleada de exclusión social, agudizada por las
implacables políticas de ajustes y recortes, no puede ausentarnos de la corresponsabilidad de la salida del
túnel dejando a millones de personas en la oscuridad. Inmoral sería hacer creer
en la recuperación de una macroeconomía y que la gente no salga adelante, en el
sentido de los indicios positivos que subrayan desde el Gobierno de Mariano
Rajoy.
Nos
aproximamos a un modelo social darwinista con pocos ganadores y muchos perdedores.
El sindicalismo no puede permanecer
ajeno a la desposesión de los derechos básicos de la mayoría y
especialmente de los más vulnerables.
El instrumento sindical es insustituible para detener la esclavitud moderna,
disponer los trabajadores y los desamparados de un contrapoder, hace falta la
cobertura de una alternativa sectorial y territorial que vele por la conquista
de nuestros derechos, que nos mantenga en la vanguardia del ejercicio de la
dignidad, pero solo no puede enfrentarse
a esta macro-ofensiva, hacen falta los
demás.
Kechu
Aramburu
Publicado en
el Correo de Andalucía, el 2 de Mayo del 2014