viernes, 2 de mayo de 2014

1º de Mayo, en defensa propia



Se debería superar el ciclo de la reivindicación a secas, de la protesta con solo la primera capa de la cebolla, incluso las celebraciones con sobrecarga de estandartes, demasiada inversión humana, desgates de tiempos, para el rédito obtenido. Los analfabetos del siglo XXI no son aquellos que no saben leer y escribir, sino aquellos que no están dispuestos a aprender, desaprender y reaprender.

Es imprescindible que el sindicalismo en la era del Bosón de Higgs, como todas las organizaciones sociales, necesita actualizar contenidos, formas de acción y de intervención, reformular alianzas, revisar estructuras, aprender de la mujer del Cesar, serlo y parecerlo, porque al descarado linchamiento a que se está sometiendo a una de las herramientas más poderosas, es insuficiente responderle con orejeras, dedicando el arsenal humano y gran parte del potencial a justificar, a mover papeles y demás menesteres necesarios, porque el enfrascamiento “en eso” funciona como provocada estrategia de distracción, de tentativa al atrincheramiento y de enroque.


El 1º de Mayo era la fiesta del movimiento obrero, ahora con seis millones de personas paradas, tres millones en situación de “pobreza severa” y enfrentándonos a la irrupción de una segunda oleada de exclusión social, agudizada por las implacables políticas de ajustes y recortes, no puede ausentarnos de la corresponsabilidad de la salida del túnel dejando a millones de personas en la oscuridad. Inmoral sería hacer creer en la recuperación de una macroeconomía y que la gente no salga adelante, en el sentido de los indicios positivos que subrayan desde el Gobierno de Mariano Rajoy. 


Nos aproximamos a un modelo social darwinista con pocos ganadores y muchos perdedores. El sindicalismo no puede permanecer ajeno a la desposesión de los derechos básicos de la mayoría y especialmente de los más vulnerables.



El instrumento sindical es insustituible para detener la esclavitud moderna, disponer los trabajadores y los desamparados de un contrapoder, hace falta la cobertura de una alternativa sectorial y territorial que vele por la conquista de nuestros derechos, que nos mantenga en la vanguardia del ejercicio de la dignidad, pero solo no puede enfrentarse a esta macro-ofensiva, hacen falta los demás.


Kechu Aramburu

Publicado en el Correo de Andalucía, el 2 de Mayo del 2014