sábado, 25 de mayo de 2013

El problema no es sólo de Dios.



Ni la ley es de Wert, sería minimizar un conflicto tratando un elefante como si fuera una hormiga. Estamos ante un tema de Estado, cuya propiedad intelectual y autoría no son atribuibles al personaje que administra en estos momentos la cartera de Educación, tampoco al ocasional presidente del PP y de España, ellos sólo son aplicadísimos voceros y muñidores de una plantilla diseñada por el capital más ortodoxo, representado jocosamente por las multinacionales, como la de la alimentación por poner un ejemplo sabido, que aprovechando la debilidad y la plena coincidencia con estos gestores, en lo de convertir  este país en mano de obra barata, disponible y accesible para no competir, han diseñado la Ley de Educación como una mera mercancía para el mercado.
 
Y además la extrema gravedad de incluir un tema privado como son los principios morales, otorgándole categoría de materia curricular evaluable, en los mismos términos que  asignaturas instrumentales como las matemáticas o la lengua, evidenciando el omnímodo poder de la Iglesia católica sobre el diseño político y social de este país ,  amén de la foto de la sumisión y la rendición de este gobierno a la curía como modus operandis, para volver a hacer  ideología y apostologia en espacios como la escuela, para seguir sobreviviendo y acumulando uno de los mayores patrimonios, sin contabilizar suficientemente, de este país.

Este síntoma de decadencia, de deriva, de inestabilidad, de naufragio atribuible a quienes sufren el síndrome de las marionetas es profundamente tóxico, ya que la primera patología que presentan es reafirmarse, enrocarse, y decretar si o si, en nombre de una mayoría absoluta, único instrumento que les queda para la defensa del “educanicidio” que se va a cometer en este país. 

 Hay que parar el “zarpazo in misericorde” que afecta sin excepción a todos los que no rezan con ellos, conscientes de que el problema no es sólo de crucifijos, ni siquiera de las decimonónicas  wertadas” que recorren la ley, lo letal de esta apuesta, sin concesiones por parte de la más osada y decrepita receta de los ultras, es convertir la educación en un negocio, de rentabilidad para una merkelizada Europa, sedienta de convertirnos en arganboys de consumo
Kechu Aramburu 
Publicado en el correo de Andalucia el 23 de mayo del 2013