La decadencia de esta España con
oscuros brotes de inmoralidad económica y política, que ha pasado del
hedonismo a la pobreza, está teniendo efectos devastadores. Según la OMS las
consecuencias de la crisis, manifestadas en forma de depresión, estrés,
ansiedad, o patologías relacionadas, han provocado una pérdida de productividad
de entre el 3 y el 4% del PIB. Además se nos ha informado, mediante el Servicio de
Psiquiatría de la CSPT, de muy significativa la reducción de la mortalidad,
excepto un aumento considerable en los casos de suicidios, alcanzando la cifra
de casi 4.000, de ellos el 78% eran hombres, al igual que constamos a través
del PLND como los hipnosedantes son las únicas sustancias cuyo consumo subió el
año pasado un 11,4%, es mas según la SEMERGEN uno de cada cinco usuarios que
acuden a consulta lo hacen por síntomas relacionados con trastornos mentales .
No trato de psicologizar este país, estoy tratando decir que no solo se ha
perdido el norte sino que también se está perdiendo la cabeza, está sociedad
está enferma, y se acaban de encender todas las alarmas con los últimos datos
sobre el futuro de nuestros hijos, y de
nuestros adolescentes, las urgencias
psiquiátricas registran un elevado número de menores inadaptados, fruto
de la baja tolerancia a la frustración, que presentan los trastornos de conducta.
Su respuesta a esta crisis de
valores, es la de una aproximación a una epidemia de comportamientos
desafiantes, objetores y oposicionistas, de hiperactividad leve o redoblada.
De
nuevo los intereses económicos de una de las cinco industrias más boyantes del
planeta, como es la industria farmacéutica, han decidido que nos quieren vivos
pero “tocados” y medicados, vulnerables y dependientes para ser covachas
empastillados, sumisos y más, un poco más si cabe, manipulables.
Kechu Aramburu
Publicado en el Correo de Andalucia,
el jueves 14 de marzo del 2013