El descalabro del sistema económico
español, con efectos altamente demoledores para la parte más vulnerable de la
población, y la presión desproporcionada que están ejerciendo los gestores de
la crisis sobre la ciudadanía, está
obligando a buscar nuevos yacimientos de defensa para poder sobrevivir con
dignidad, y se está empezando a visibilizar, lo que antes era una violencia
privada, desalojarte de tu casa.
Desde Francia el Presidente del Gobierno ha marcado la hoja de ruta, anteponer a lo importante el tratamiento urgente a “su problema prioritario”, que consiste en descalificar como antidemocrático al movimiento de gente común saliendo a la calle y señalando a los consentidores de las estafas y del empobrecimiento acelerado de la población. La foto es de emergencia social, estamos en el momento más álgido de desapego a la política, de peor consideración de los políticos, de falta de credibilidad en las instituciones, de impunidad para algunos.
El inmoral espectáculo de observar como
los ricos son cada vez más ricos, los
pobres cada vez más pobres, y los corruptos campean ante una justicia tan lenta
como injusta, que erosiona la democracia y al pueblo lo hace sentirse cada vez
más acorralado, desprotegido, y percibiendo
la fragilidad de las respuestas tradicionales
para ser escuchados. Hay una sonora des-institucionalización de los
conflictos, y una apelación a la responsabilidad del voto individual en las
Cámaras.
En este escenario se está desarrollando
un quinto poder, es el poder de la sociedad civil organizada autónomamente y en
vía pública, con la utilización de estrategias no convencionales y de último
recurso, para hacer reaccionar y sacar al ruedo a los que tienen la capacidad de
decidir.
En este diseño de respuestas in extremis
a las agresiones letales del sistema, algunas actuaciones pueden tener un
efecto boomerang, que invalide o neutralice
la magnanimidad de la medida, por
ello es de manual no regalar municiones al adversario y no repetir la historia
de algunos héroes.
La tragedia contemporánea española no
dista demasiado de las tragedias clásicas, las guerras de Troya se suceden a
diario en nuestro país, en este caso alrededor de “Agamenón”, dónde las
victimas se convierten casi siempre en verdugos, en sus verdugos.
Kechu Aramburu.
29 de marzo de 2013,
El Correo de Andalucía.
Kechu Aramburu.
29 de marzo de 2013,
El Correo de Andalucía.