Simplificar el “affaire Bárcenas” particularizando en personajillos es
incorporarse por omisión al síndrome de las tabernas del “este país está lleno
de chorizos”, y no parece que sea el caso de un presunto macro delincuente,
macro defraudador y demás macros, que obviamente también. Lo que han destapado
los gargantas profundas es que uno de
los ex tesoreros del partido del gobierno,
rama gruesa del árbol de la trama Gurtel, apodo de la financiación
ilegal de dicha fuerza política, parece ser que ha planteado “o me salváis o
nos hundimos todos”, esta es la inquietante fragilidad de un partido cuyos
efectos colaterales convierten a las instituciones, y a la propia democracia,
en desacreditados entes, víctimas de un sistema perverso y pervertido, heredado
del régimen preconstitucional, donde el atado y bien atado nunca terminó de
desmontarse completamente.
La lucha contra la corrupción hasta las últimas elecciones en España, en Madrid, en Valencia, y demás territorios afectados no daba votos. Pero el desproporcionado y virulento negocio de la crisis ha fundido todas las alarmas y, el “laissez-faire” ha saltado por los aires.
Para empezar se ha roto el pacto social que la ciudadanía tenía con sus
representante electorales, y la abstención a partir de ahora me temo muy mucho
que será una de las reacciones de este pueblo estafado, para parar el
despropósito de quitárselo a los pobres para seguir dándoselo a los ricos.
Hay que gestionar la indignación,
traducirla en acción y plantear la insuficiencia de las comisiones de
investigación, de la lenta, a veces parcial y a veces reversible acción de la justicia, aunque
obligada y necesaria.
Por eso lo realmente innegociable y apremiable para recomponer y reconciliar a
los unos con los otros, además de desactivar la impunidad de los privilegiados
y limpiar las cloacas, es modificar de
raíz la Ley Orgánica de Partidos
políticos, que fue fruto del pacto de la
Transición para dar la estabilidad necesaria
a dicho proceso, y una ley de Transparencia que incluya desde la
Casa Real, al Ejercito, la Iglesia y los partidos políticos entre otros, es
decir pactar una nueva transición democrática de desmontaje del andamiaje de la
corrupción, y un pack legislativo de total “Regeneración Democrática”.
Kechu Aramburu.
El Correo de Andalucia
24 enero 2013