sábado, 24 de enero de 2015

¿Cómo se les está explicando?

Son adolescentes, ven televisión, otean las redes sociales, y saben lo que pasa en el mundo. Estos días han comido con los atentados contra Charlie Hebdo, donde han podido ver el rostro del terrorismo. Pero esta vertiente yihadista aparece asociada en demasiadas ocasiones al conjunto del Islam. 

 ¿Y ahora cómo desmontamos la más que emitida islamofofia que ha prendido, o todo lo contrario, los ha seducido perversamente, ante tanta descomposición? La imparable talibanización de sectores de la juventud musulmana europea, que forman parte de la ciudadanía de segunda o tercera generación, enraizados en Francia, Alemania, Holanda, Reino Unido y otros países, está desarrollando cada vez más, un profundo rechazo a los valores de la sociedad occidental, y paralelamente una admiración y defensa radical, de corrientes asociadas a la violencia. La brutalidad de las matanzas como la de Paris, actúa como un foco magnético, y si no es impecablemente divulgado, enseñado y tratado, termina reforzando el resentimiento contra Occidente.



A quienes se les ha inculcado una versión que sataniza la cultura del viejo continente, que no ha sido suficientemente neutralizada, y utiliza la bandera del yihadismo; a este pensamiento minoritario, que germina y contamina, no se puede erradicar con cualquier líquido, sino con agua y abonos de suma calidad.

No se van a limitar a reaccionar en Pakistán, Afganistán o Siria, no le es estratégicamente suficiente, necesitan subir la tensión desde Australia hasta Europa, por medio de la activación de las células dormidas o los mandatos sangrientos, y si nuestra respuesta no incorpora medidas educativas, preventivas y de explicación rigurosa de estos fenómenos, entre otros instrumentos, el problema generará, cada vez con más fuerza, movimientos proactivos fanatizados, y en el otro extremo fanáticos altamente reactivos. Ahí está el Frente Nacional, que puede casi ganar las elecciones, en Francia.


Cuidado también con la fábrica de la debilitada sociedad occidental, que ya no cree en casi nada, salvo en el dios dinero y sus devaluados acólitos.

 Kechu Aramburu del Río
Publicado en el Correo de Andalucia,
el  16 de Enero del 2014