Son adolescentes, ven televisión, otean las redes sociales, y
saben lo que pasa en el mundo. Estos días han comido con los atentados
contra Charlie Hebdo, donde han podido ver el rostro del terrorismo.
Pero esta vertiente yihadista aparece asociada en demasiadas ocasiones
al conjunto del Islam.
¿Y ahora cómo desmontamos la más que emitida islamofofia que ha
prendido, o todo lo contrario, los ha seducido perversamente, ante tanta
descomposición? La imparable talibanización de sectores de la juventud
musulmana europea, que forman parte de la ciudadanía de segunda o
tercera generación, enraizados en Francia, Alemania, Holanda, Reino
Unido y otros países, está desarrollando cada vez más, un profundo
rechazo a los valores de la sociedad occidental, y paralelamente una
admiración y defensa radical, de corrientes asociadas a la violencia. La
brutalidad de las matanzas como la de Paris, actúa como un foco
magnético, y si no es impecablemente divulgado, enseñado y tratado,
termina reforzando el resentimiento contra Occidente.
A quienes se les ha inculcado una versión que sataniza la cultura del
viejo continente, que no ha sido suficientemente neutralizada, y
utiliza la bandera del yihadismo; a este pensamiento minoritario, que
germina y contamina, no se puede erradicar con cualquier líquido, sino
con agua y abonos de suma calidad.
No se van a limitar a reaccionar en Pakistán, Afganistán o Siria, no
le es estratégicamente suficiente, necesitan subir la tensión desde
Australia hasta Europa, por medio de la activación de las células
dormidas o los mandatos sangrientos, y si nuestra respuesta no incorpora
medidas educativas, preventivas y de explicación rigurosa de estos
fenómenos, entre otros instrumentos, el problema generará, cada vez con
más fuerza, movimientos proactivos fanatizados, y en el otro extremo
fanáticos altamente reactivos. Ahí está el Frente Nacional, que puede
casi ganar las elecciones, en Francia.
Cuidado también con la fábrica de
la debilitada sociedad occidental, que ya no cree en casi nada, salvo
en el dios dinero y sus devaluados acólitos.
Kechu Aramburu del Río
Publicado en el Correo de Andalucia,
el 16 de Enero del 2014