No cierran un periódico, quieren cerrar
el periódico por antonomasia, donde no existe la censura, donde la libertad de
pensamiento y de expresión ha estado siempre garantizada, donde ni el color ni
el carnet político eran pasaporte para entrar,
cabíamos todos independientemente del color.
Un periódico prudente y osado, puntual y
veloz, incorruptible y transparente, sobrio y barroco, de la peana y del tajo,
sacro y laico, de A y su contrario, de la primera capa y de la última de la
cebolla, amante del cristal de bohemia.
El Correo ha sido, es como la síntesis
del periodismo, tenías que abstenerte del uso de los estereotipos en su
lectura, porque la verdad no estaba nunca manipulada, a pesar de que la verdad
no es creíble.
Aparcar, reconvertir, tirar por la
borda, tantísima inversión formativa y comunicacional, de esa plantilla que ha
estado a las duras y a las más duras, no sólo es un gesto, una opción de
irresponsabilidad, sino un atentado a la ciudadanía sevillana y andaluza, que
nos privan de una voz independiente y libre, que nos hace más, mucho más
humanos.
No son las lágrimas que también, no es
la rabia y la impotencia que también, es la desesperación porque bajo el
epígrafe de la crisis, han diseñado llevarse
la voz, las voces de quienes contribuyen a construir un mundo donde la
estafa, la mentira, la hipocresía, la injusticia y la desigualdad son
escracheadas sin piedad.
Tan en su ADN lleva este pueblo que
sin periodismo libre, sin periodistas
libres, sin prensa libre no hay democracia, que los efectos colaterales de
quienes se arriesgan a manosear instrumentos como el Correo de Andalucía, o
como el ente valenciano, pagan facturas y fracturas de incalculables
consecuencias.
Sin despedirme y con un hasta luego,
dedicar este poema de Paul Éluard a los hombres y mujeres de El Correo de
Andalucía: Por el poder de una palabra/reinicio mi vida/nací para conocerte/para
nombrarte/ Libertad.
Kechu Aramburu
Publcado en el Correo de Andalucia, en su edición especial,
el jueves 7 de noviembre del 2013