Reyes, príncipes, infantas y cortesanos en general, actores reales de la reciente crónica negra de España, la arquitectura de vuestra Corona, está sustentada en cinco pilares, el pacto de los constitucionalistas del 78, el papel como jefe de Estado garante de la democracia, su hoja de servicio y el apoyo del pueblo soberano.
Pero hoy estas y las otras generaciones no reconocen ya, lo que la
historia les muestra como herencia del antiguo régimen, con el icono más
demoledor de ver a uno de los padres del patria, contratado por el
soberano, para blindar los privilegios de la Infanta.
Con un expediente que no acaba de emborronarse, ya que parece ser que junto a las cacerías de Botsuana, el caso Nóos, el affaire Corina, la no firma de alguna ley por estar en otros menesteres en Suiza, la herencia fragmentada de su padre, la opaca declaración a Hacienda de algunos emolumentos, aparece la intervención de los servicios de inteligencia para recuperar fotos y videos comprometidos, y las encuestas del CIS informando que desde hace ocho años, la imagen del rey y la casa real se deteriora vertiginosamente, siendo en el 2011 el año en que más de la mitad de los españoles no aprueba a su majestad.
El problema no es que no sea ejemplar, que también, que los suyos hayan metido la mano y él la pata, que también, que sea más austero, que también, que quien cuide de que no se equivoque sea la Fundación Internacional Española cuyos socios entre otros sean el Corte Inglés y el Gobierno Balear, que también, el problema no es que no sea auditado como el resto de los servidores públicos, que también.
Se trata de que la Corona debería mover ficha, el Gobierno con el consenso necesario de la oposición sin exclusiones quien debe establecer los marcos legales, somos los ciudadanos quienes tenemos que cimentar un nuevo escenario constituyente, que no esté legitimado por las cenizas de la monarquía, sino por las garantías de un modelo democrático, laico y republicanista.
Con un expediente que no acaba de emborronarse, ya que parece ser que junto a las cacerías de Botsuana, el caso Nóos, el affaire Corina, la no firma de alguna ley por estar en otros menesteres en Suiza, la herencia fragmentada de su padre, la opaca declaración a Hacienda de algunos emolumentos, aparece la intervención de los servicios de inteligencia para recuperar fotos y videos comprometidos, y las encuestas del CIS informando que desde hace ocho años, la imagen del rey y la casa real se deteriora vertiginosamente, siendo en el 2011 el año en que más de la mitad de los españoles no aprueba a su majestad.
El problema no es que no sea ejemplar, que también, que los suyos hayan metido la mano y él la pata, que también, que sea más austero, que también, que quien cuide de que no se equivoque sea la Fundación Internacional Española cuyos socios entre otros sean el Corte Inglés y el Gobierno Balear, que también, el problema no es que no sea auditado como el resto de los servidores públicos, que también.
Esta sociedad no
está hablando sólo de una ley de transparencia, el problema no es saber
cómo administran los privilegios reales otorgados, no se trata de
modernizar y regenerar la monarquía biológicamente, ni de respetar los
pactos que sus actores han deslegitimado.
Se trata de que la Corona debería mover ficha, el Gobierno con el consenso necesario de la oposición sin exclusiones quien debe establecer los marcos legales, somos los ciudadanos quienes tenemos que cimentar un nuevo escenario constituyente, que no esté legitimado por las cenizas de la monarquía, sino por las garantías de un modelo democrático, laico y republicanista.
Kechu Aramburu
Publicado en el Correo de Andalucia, el 18 de abril del 2013
Publicado en el Correo de Andalucia, el 18 de abril del 2013