La fragilidad de la telematización de las palomas mensajeras ha hecho posible que el impacto de bala del “ha sido un placer”, tardase los mismos días en llegarme que vuestro Dios empleó para crear el mundo, por lo tanto la relación epistolar que estableceré durante las próximas ráfagas de tiempo, estarán bajo los efluvios de la resaca informativa, envueltas en el celofán de mis jacobinas emociones.
Por no renunciar al “había una vez…” recordar que en mi dilatada carrera política, no por los años, sino por la intensidad de lo vivido, en los parlamentos de Andalucía, España y de Europa, en mis colaboraciones en El Mundo, ABC, o como tertuliana en la SER, Onda Cero, y otras cadenas, hasta llegar a Vocento y aterrizar con vosotros en “Cómo está el patio”. El viaje ha sido sencillamente apasionante, he conocido casi todo, aunque casi nada, pero ha sido en Sevilla, la tierra de Bécquer, Velázquez, Murillo, Aleixandre, Machado y Cernuda, donde he tenido el lujo andaluz, que no asiático, de conocer a uno de los personajes más solventes, profesional y humano que hay en los medios de comunicación, en el Sur del Sur.
Decir que Paco es uno de los referentes de la ejemplaridad, podría conllevarme una nueva anatemización, pero entiendo que “la Santa Madre Iglesia” en versión política no puede actuar en segundas nupcias, por lo que me beneficiaré de esta aparente bula. Creo, que en tu desenfrenado intento de novelar tu vida como comunicador, has conseguido bordar el defecto absoluto de “la perfección”.
Desde mi mirada a la izquierda de la izquierda, tus posiciones, vuestras posiciones, me sabían en muchas ocasiones exóticas, que no decimonónicas ni cavernícolas, solamente en las antípodas de mi tajo intelectual y político; pero los debates han sonado como la orquesta de Daniel Barenboim, a pesar de que en los calculados guiones se trataba de emular a David y Goliat, pero nunca hubo jaque mate. En la calle, nuestro público, me iba dando la medida, se identificaban, no percibían la gama de colores, nos han sentido como sus más reconocidos defensores, con liderazgos colectivos avalados por quienes nos han acompañado, y con la pasión de vuestro Gran Poder, o con la laicidad de seleccionar lo mejor, venga de donde venga.
Esos maridajes televisivos, que me hicisteis contraer con Isidoro Beneroso, Felix Machuca, y de forma monógama con Pablo Ollero o Joaquín Moeckel, donde la síntesis conoció la ley de Murphy, eran tan singulares que daba igual el debate, podían ser sobre la retirada de los crucifijos en las escuelas, o sobre la efímera levedad del ser, la secuencia siempre era la misma: “A” y sus contrarios. Sé que he sido para vosotros “el punto rojo”, vuestra diana donde dirigir vuestros dardos retóricos, el rostro alargado de lo que habéis convenido en llamar “el régimen”. Y es curioso pero la gente vibraba oyéndonos, viéndonos, conducidos por Paco, a pesar de que yo constataba en cada disparo cómo os sesgabais, como tratabais de inclinar la balanza, pero yo intentaba siempre echaros un pulso, consciente de que el duelo siempre tenía ribetes titánicos. Muchos y muchas del arco iris que nos han seguido, nos han detectado como un equipo potente que hablaba en su lenguaje, de sus cuitas cotidianas, que denunciaba las injusticias y que ha llegado a modificar sus rutinas horarias.
Las salidas del plató, a altas horas de la noche, para desmaquillarnos, donde yo pretendía saldar las cuentas ideológicas del programa, donde nos intercambiábamos lo último de lo último de las cavernas, eran instantes llenos de ternura y complicidad.
Haber podido contar con Fátima, a la que creo, buscaste en la cantera VIP de “la multinacional de los Cazatalentos”, nos ha ofrecido la posibilidad de conocer una genuina profesional como “la niña”, hábil, inteligente, íntegra, y tan cercana.
El resto de los jugadores a pesar de estar, en su mayoría, abrazados litúrgicamente a la cosa del fútbol, a lo taurino sin reservas, a la privadísima Feria de abril, y a las cofradías pro-vida, me habéis parecido tan queribles, con tan arraigadas convicciones, con tan redoblados principios, tan machadianamente buenos.
Crecí y tuve que cambiar el patio de mi “cole”, me mudé, y tuve que cambiar el patio de “mi casa”, y ahora razones comerciales nos dejan sin el último patio, Andalucía se queda sin el programa que hizo posible “otra forma de hacer tertulia,” con la transversalidad de llegar y de recibir, de converger.
Paco nunca, nunca, me censuraste, y yo hablé alto y claro, y se me entendió. Gracias Paco por tu pluma y tu palabra, gracias por tu apuesta y por tu amistad, gracias por como has llevado el timón, gracias por haber congregado a tanto fraile y a tanta abadesa, a tantos especimenes en la fauna del patio; la diversidad le ha dado grandeza y credibilidad.
Espero que esto solo sea un hasta luego, mi queridísimo Plata. Me despido con mis más nobles sentimientos y termino con el poema “Contraofensiva” del maestro Benedetti, que dice:
Si a uno
le dan palos de ciego
la única respuesta eficaz
es dar
palos
de vidente.
Kechu Arámburu. Sevilla, 9 de septiembre de 2010.