Blog personal de Kechu Aramburu. Investigación en Ciencias Sociales: Feminismo,Política,Sociología,Psicopedagogía,Ecología,Exclusión Social, Paz y No violencia, etc.
domingo, 21 de marzo de 2010
¡Me declaro viva!
Kechu Aramburu:
Hago mías las palabras de
Chamalú (Indio Quechua)
Saboreo cada acto.
Antes cuidaba que los demás no hablaran mal de mí,
entonces me portaba como los demás querían
y mi conciencia me censuraba.
Menos mal que a pesar de mi esforzada
buena educación siempre había alguien difamándome.
¡Cuánto agradezco a esa gente que me enseñó
que la vida no es un escenario!
Desde entonces me atreví a ser como soy.
El árbol anciano me enseñó
que todos y todas somos lo mismo.
Soy guerrera:
mi espada es el amor,
mi escudo el humor,
mi hogar la coherencia,
mi texto la libertad.
Si mi felicidad resulta insoportable, discúlpenme,
no hice de la cordura mi opción.
Prefiero la imaginación a lo indio,
es decir, inocencia incluida.
Quizás solamente teníamos que ser humanos.
Sin amor nada tiene sentido, sin amor estamos perdidas y perdidos,
sin amor corremos el riesgo de estar de nuevo
transitando de espaldas a la luz.
Por eso es muy importante que sea el amor
lo único que inspire tus actos.
Anhelo que descubras el mensaje que se encuentra
detrás de las palabras; no soy un sabio,
sólo una enamorada de la vida.
La mejor forma de despertar es hacerlo
sin preocuparse porque nuestros actos
incomoden a quienes duermen al lado.
La meta no existe, el camino y la meta son lo mismo.
No tenemos que correr hacia ninguna parte,
sólo saber dar cada paso plenamente.
Cuando somos más grandes que lo que hacemos,
nada puede desequilibrarnos.
Pero cuando permitimos que las cosas sean más grandes
que nosotros, nuestro desequilibrio está garantizado.
Quizá sólo seamos agua fluyendo;
el camino nos lo tenemos que hacer nosotras y nosotros.
Más no permitas que el cauce esclavice al río,
no sea que en vez de un camino tengas una cárcel.
Amo mi locura que me vacuna contra la estupidez.
Amo el amor que me inmuniza ante la infelicidad
que pulula por doquier, infectando almas
y atrofiando corazones.
La gente está tan acostumbrada a ser infeliz,
que la sensación de felicidad
les resulta sospechosa.
La gente está tan reprimida, que la espontánea ternura
le incomoda y el amor le inspira desconfianza.
La vida es un canto a la belleza,
una convocatoria a la transparencia.
¡ME DECLARO VIVA!