El olor a alcanfor, a caverna, a “pasado” negociado, y mal enterrado,
este olor a transición mal interpretada, esta democracia imperfecta e
inacabada, que se tambalea por la estrategia del miedo, y por la
fragilidad de nuestros erosionados pilares, está bajo sospecha.
Qué disparate pensar que esta ciudadanía, expresándose como puede y
como le parece, tiene tintes golpistas, agrede o pone en peligro el
estado de derecho. ¿Es tan complicado entender, que la crisis no solo es
económica, sino también política? Que la gente está huérfana, porque el
gobierno de la bancada azul, ejerce un desamparo por acción,
eminentemente delictivo. Los contenidos de esta democracia, están siendo
secuestrados por programas electorales ocultos, por intereses
financieros espurios, por la deuda de los poderosos, por los “decretos
de los viernes”.
No es Cataluña, no es el grito de rodear el Congreso, es ese tufo
despiadado, que nos está robando los derechos conquistados, con el sudor
que no conocen, porque la mano que los ha mecido y mece, es poderosa y
opulenta, que recorta y desprotege a nuestro pueblo, rescata y
privilegia a sus bancos.Son ellos los francotiradores, que van
desmontando nuestra Constitución a golpe de suspender o no aplicar los
artículos: a una vivienda digna, a una educación de calidad, a una
sanidad para todos, a una televisión pública y plural. Ellos y ellas nos
están violentando, haciendonos comulgar con ruedas de molinos, empeñados
en despolitizarnos, y sería un error de consecuencias incalculables
decir que todos son iguales; qué fácil es enmascarar el tiempo que viene
si no lo remediamos, donde pretenden gobernarnos, en sus ratos de ocio
los tecnócratas del poder, que no son más que los representantes del
dinero blanco y negro.
La potente marcha del quince sobre la capital del reino, el
testimonio circular en torno a los leones son el muestrario de una
sociedad diversa, por eso no escaldemos la lana de nuestras ovejas, y
apuntemos a los pastores que bajo el pretexto del “dogma del déficit”,
están cometiendo un sabotaje social, dilapidador de la arquitectura de
cada una de las piezas del sistema democrático, forjado milimétricamente
por la mayoría de los hombres y mujeres de este vilipendiado e
intervenido Estado español.
Kechu Aramburu
Publicado en el periodico el "Correo de Andalucia", el 26 de septiembre del 2012