viernes, 28 de junio de 2013

El apartheid educativo


Mi aula, situada en el corazón de la exclusión social, la preside un rotulo que dice “yes we can”. Lo puse en tiempos de Obama, sin olvidar el rezo de los haitianos de que “un mulato pobre es negro y un negro rico es mulato”, y ahora tengo la sensación de haberme instalado en el neoilusionismo y en la promesa por cumplir con mi alumnado.

Cada día, para empezar a trabajar con ellos, he buscado multitud de fórmulas para motivarlos, ya que el currículum suele adolecer de esa componente, y casi siempre había una muletilla que les repetía: “si estudiáis, podréis hacer Bachillerato, FP, una carrera, tener trabajo y vivir mejor, mucho mejor que ahora”.

 Cuando se enteren de que el ejército de parados está compuesto fundamentalmente por gente sin estudios, y que ellos ya no podrán estudiar porque Wert y los suyos han declarado solemnemente que se acabaron las becas para los pobres y empobrecidos.

A estas alturas pensarán que sus profes les hemos estafado cuando sepan la verdad, que para ellos no existe El Dorado, que ahora como nunca han decidido excluirlos y disuadirlos del sistema educativo.

Habría que recordarle al ministro lo que les pasa a los alumnos sin recursos. No es que sean unos vagos, no es que pretendan que les regalen la nota, es tan sencillo como que sus familias están en paro, sin dinero y sin posibilidades de futuro, por eso ellos viven el presente y no conocen “el factor esperanza”.

La desatención con la igualdad de oportunidades, con la inclusión, se traduce en: 50.000 profesores menos fundamentalmente de apoyo, 26% de abandono escolar, subiendo 9 puntos en zonas de exclusión social, amén del 2% de fracaso escolar entre los hijos de las clases altas y el 40% entre las familias sin estudios, según la OCDE.

Y yo ingenuamente, como tantos otros docentes, inculcándoles los principios del esfuerzo, de la socialización del éxito, del “yes we can”.

¿Cómo les digo la verdad, que por mucho que estudien si sus padres no son ricos lo tienen crudo, por no decir imposible?

Cuenta Cicerón que fue Damocles invitado a palacio por el rey Dionisio II. Una vez allí, fue objeto de todas las consideraciones dignas de un monarca. Pero cuando más feliz se creía, advirtió una afilada espada que pendía sobre su cabeza. El cortesano comprendió entonces cuán ilusoria es la felicidad.

Kechu Aramburu
Publicado en el Correo de Andalucia el 27 de junio del 2013 

lunes, 24 de junio de 2013

El Fisco y los aprendices españoles.



El Príncipe de Maquiavelo, manual de cualquier Gobierno de un Estado moderno sobre el arte de conservar el Poder, biblia de todo político que aspire a sobrevivir a cualquier precio, dudo que haya sido, que sea, el faro  de los registradores, notarios, hacedores de la Hacienda tocados para el caso Nóos y adláteres, “Montoristas” y sucursalitas ministeriales.


Doña Cristina, Don Undargarin y cortesanos de la villa, para su desgracia, al igual que para sus seguidores, están en manos de cutres tardo aficionados, que para salvar lo que ellos consideran la patria, están siendo capaces de hundir la credibilidad de un país,  y de sus oxidadas instituciones.


Nosotros, ingenuos ciudadanos, convencidos de que la orwelliana Hacienda  española es el Gran Hermano de nuestras vidas, que nos hace tambalear por un par de euros, resulta que tiene una lista de Vips, que no sabemos cuán ingente es. Pero sí que hay nombres de la Corona, como la Infanta, a quien no se le solicitan las declaraciones de la renta en sucesivas ocasiones, a pesar  de adjudicársele supuestas ventas de 13 fincas que exceden la módica cantidad de un millón de euros.


Es curioso, sospechoso, o simplemente estamos en manos de una pandilla de incompetentes que sólo se equivocan con los grandes de España, pero jamás hierran con  los pequeños, con la pequeñísima gente de este país.


Se sabe que el sistema de control de la Agencia Tributaria se basa en detectar discrepancias, sobre todo las de mayor importe, y que hasta un 80% de los inspectores y subinspectores de Hacienda están dedicados  a poner el ojo y el dedo en esta calderilla. Aquí lo único que se ha producido es un colapso de todos los sentidos, y en todos los sentidos, que neutraliza los principios de transparencia y se envuelve, una vez más, de opacidad la sagrada hucha donde volcamos nuestras monedas.


La sonoridad del silencio de “Ella” y de los suyos no sorprende, simplemente molesta, que la acusen, que la pongan bajo sospecha y que la respuesta sea “el desprecio y la seguridad”, porque  saben que no tienen nada que temer, porque Hacienda es para los pobres y los empobrecidos, y la Justicia para los iguales. Alguien dice que cuando un error se comete muchas veces, deja de ser un error, y se convierte en una opción. 

Kechu Aramburu
Publicado en el Correo de Andalucia,
el 20 de junio del 2013 

domingo, 16 de junio de 2013

La doctrina de los sabios

La Solemnidad en el tratamiento del catecismo de los expertos sobre las pensiones no solo ha creado alarma social por lo que dicen, sino también por quien lo dice, por quien lo avala, y por quien lo desavala. La verificación sobre el doctorado de los ponentes en la materia, claro que es relevante, pero como el futuro de las pensiones es un macro asunto de hondo calado ideológico, la presencia esmeradamente calculada de una determinada posición mayoritaria afín al gobierno, y a la brutal contrarreforma, no resiste la prueba de “comisión de expertos representativa”, lo cual en democracia no sólo es que devalúe sus conclusiones, es que las señala como sesgadas e interesadas, y desentendidas del terrorífico impacto que sus folios tendrán sobre las vidas de tantísimo mortal. 

 

Cuidado, cuidado, en minimizar la piel de la ciudadanía, y considerar que la pesada carga de reflexionar y opinar sobre la resistencia de la caja de la Seguridad Social es privativo de quienes tienen el encargo “a dedo” de trabajar la matemática de la política.


La ancestral y en uso triquiñuela de parapetarse en sabios llamados independientes y en paralelo a las instituciones, para no pagar las costosas facturas electorales, es un ejercicio fraudulento. Sabedores que el atributo de independiente es el más relativista en términos de adscripción política, ya que las formulaciones del pensamiento y sus correspondientes tesis nunca son insípidas, incoloras e inodoras, como se puede comprobar en el veredicto de este oráculo sobre el modelo de pensiones. Amasado con la máquina de quienes hoy dictaminan una ultra reforma, sin la consideración de quienes se han convertido en uno de los puntales por excelencia de esta crisis, de la crisis, de nuestros pensionistas. Aquellos que abastecen a gran parte de los parados, quienes sostienen a familias enteras sin más recursos que la pensión del abuelo, ganada con los frutos del trabajo de toda una vida, convertidos en exigua nómina, y que frenan el ejército de hambrientos que podría haber en las calles.


Si los escribanos del poder desvalijan a los pensionistas, esta despiadada sociedad arrinconará a las personas mayores, las considerarán una carga no productiva, y pasarán a la categoría de sector insostenible, “usado y desechado” ¡Menudos sabios!

Kechu Aramburu
Publicado en el Correo de Andalucia,
el 13 de junio del 2013

viernes, 7 de junio de 2013

Eso es mentira.

 No es que Muñoz Molina sea un nostálgico de  la memoria histórica, no es que desprecie la historia oficial contada, no es que reproche a algunas editoriales el aparente sesgo de contar desde la trinchera de los vencedores, no es que sea un talibán de la narración desde la química de la primera persona. Antonio es un tozudo emplazador, como el maestro Cernuda, para que seamos facilitadores de la construcción de la ciudadanía, sin pasar página, sin rendir tributo al olvido, pero ligeros de equipajes pesados, como el resentimiento y la venganza de quienes no conocen el alma de la verdad sin atributos.

Estremecido por los devastadores efectos  de la cultura de la velocidad, y del barrido que produce en nuestras memorias la multiplicidad y la manipulación de los registros informativos, tan  imprecisos como no verídicos, incrédulo con el deteriorado papel de algunos medios de comunicación, y sospechador con causa de que este nuestro sistema educativo no da  testimonio fiable de lo que pasó ayer, ni antes de ayer.

Decide “el premio” travestirse en notario, y dejar que la sangre de sus venas recarguen la pluma alertándonos sobre la fragilidad del pensamiento, que solo se abastece de un presente que convierte lo impensable en imperceptible, y la incertidumbre en riesgo.

Sorprendido  por la doble moral de una gran parte de la clase política, por  la escenificación del disenso y los desacuerdos, por la incapacidad para asegurar  zonas  sociales libres de conflictos de intereses particulares, que aseguren que son servidores públicos y garantizan derechos.


Nuestro Príncipe de Asturias de las Letras nos alerta sobre los peligros de los nuevos voceros de la ideología dominante, de la sustitución de la voz de la calle por la de los opinadores a sueldo, de la provocada e interesada  desafección de la política  por parte algunos, para cazar  populismos que acudan al grito de ¡salvación!

Cómplice de la teoría de que la verdad no es creíble si la mentira es repetida  mil veces, y del confort de la ortodoxia de no disentir y de pasar cada amanecer la prueba de fidelidad en el entramado institucional,  en el trabajo, en la pareja, en el partido, en el sindicato, en las columnas, en la emisora, y en el canal privado o público. Así es sin matices mi querido Muñoz Molina.
Kechu Aramburu.
Publicado en el Correo de Andalucia, el 7 de junio 

lunes, 3 de junio de 2013

Icono de qué


En este siglo de las sombras, donde se transita por túneles sin apenas linternas, cuando la sociedad encuentra referentes solventes donde mirarse los jóvenes; las familias, las instituciones, los medios de comunicación tenemos la responsabilidad de mimar, de preservar como joyas a los iconos validados, porque suelen ser una de las más rotundas guías de comportamiento, para una generación condenada al fatalismo de no creer en casi nada y en casi nadie. Son cantantes, deportistas de élite y poco más, por eso suelen ser tan impactantes y tener tanto rédito las campañas publicitarias contra las drogas, el exceso de velocidad y el abuso del alcohol protagonizadas por sus ídolos. 

Pero a la inversa también, por eso cuando un futbolista o un famoso conduce borracho, o acosa sexualmente y maltrata a una mujer por las razones que sea, asesta un golpe mortal a la sociedad, debilita sus cimientos, y agrieta los principios, porque los jóvenes reproducen, imitan , mimetizan a los suyos, sean del Barca, del Betis, del Sevilla o del Madrid, y si además el mensaje es que la violencia física o psíquica contra las mujeres sólo vale en principio un alejamiento de 300 metros, y además están garantizadas las muestras de adhesión, “el aquí no pasa nada, ¡está tranquilo! se trata de una acosadora…”

De un plumazo dilapidan la historia, los tiempos, los aprendizajes, el costo de tejer ciudadanía, educación en valores, ejemplos de vida, “si mi pedazo de crack, de goleador lo hace es que eso mola”, y si además tiene reconocimiento social e impunidad, acaban de poner una nueva bomba en el corazón y el pulmón de la vida misma, que somos las mujeres.


La línea roja de la igualdad se ha vuelto invisible, y sólo el certificado médico y el de defunción actúan como agravantes, la aparición de ese rol masculino pseudo matón pero menos, pseudo protector pero menos, pseudo romántico pero menos, posesivo pero sólo virtualmente ya que la red hace el trabajo sucio. Esa juventud, esos adultos, esos mayores que siguen pensando, y actuando bajo la mirada de que el hombre que disfruta es un don Juan, y la mujer que hace exactamente lo mismo es una puta. Esta manera de vivir, de pensar, de transmitir, de radiar, de juzgar es como una polilla capaz de devorar implacablemente todo lo que toca.

Kechu Aramburu.
Publicado en el Correo de Andalucia , el 30 de mayo del 2013.