domingo, 28 de abril de 2013

Qué atrevidos sois

No se puede traficar con la pobreza, no es un delito tipificado en el código penal, pero hay demasiadas evidencias del uso y abuso de los pobres en una sociedad tan corrompida como inmoral, tan hipócrita como insensible, tan milimétricamente diseñada para que existan pobres de solemnidad, pobres excluidos, pobres empobrecidos, clase medias venidas a menos, ejércitos de pobres en general, a unos se les dedica a la chatarra, a otros a la venta ambulante, a otros al tráfico de lo que haga falta, a otros al menudeo, a otros aguantar con la ayuda de algunos predicadores, a otros a preservar los chiringuitos, todos son mano de reserva para lo que fuera menester, en situación de disponible como en el ejército, preparados para las guerras del siglo XXI, cualquier chapuza tiene un pobre esperándole, cualquier discurso tiene un pobre recurrente.

¿Sabéis qué piden en los bocatas los niños hambrientos? Una loncha de chorizo, otra de salchi, y otra de chope encima, necesitan masticar carne, comer grasa, necesitan llenar el estómago vacío, pero hay un problema y es que les da “lache” comer en público, vergüenza de que los vean comer…

Salgan de sus columnas, de sus editoriales, de sus atalayas y púlpitos, y diríjanse al anochecer, a los contenedores de las medianas y grandes superficies de algunos barrios, y verán casi siempre a madres con hijos rebuscando las sobras caducadas en los contenedores, y comprenderán porque la caridad es insuficiente, porque las ONGs bien intencionadas y utilizadas, han ido maquillando el hambre e invisibilizando parte de la pobreza, hasta que se ha roto el cántaro. Hoy cuando hay ya 2.200.000 niños por debajo del umbral de la pobreza en España, solo por encima de Letonia, EEUU y Rumania en 
tasa de pobreza infantil.

¿Les parece que dar respuesta el gobierno andaluz a una emergencia social, mediante un decreto contra la exclusión social, que garantice para empezar tres comidas al día a los niños que lo necesiten, es bolivariano, chavista o bolchevique? Lo que es una obscenidad es que saquen la guadaña de nuevo, y le den carácter de insulto a todo lo que huela a compensar desigualdades.
Kechu Aramburu.
El Correo de Andalucía, 24 de abril de2013.

sábado, 20 de abril de 2013

Colorín colorado este cuento se ha acabado

sábado, 13 de abril de 2013

Sampedro, el oráculo.



La orfandad y el desamparo al que nos somete la marcha del centenario Sampedro,  tiene efectos devastadores sobre la conciencia de este país.

No es que se pierda lo mejor de una época convulsa y sin referentes, el drama  es que el icono de la ética económica y social deja pocos discípulos, que puedan continuar actuando sin miedo al miedo, como evidencias publicas de la verdad científica sobre la estafa financiera que gestiona esta España, y que pivota sobre el desorden político de un gobierno “touché”, y la mirada atónita de un pueblo agonizante que no da crédito a lo que ve, pero que no acaba de indignarse suficientemente, a la manera y forma que nos incitaba el maestro.

Era sobre todo un equilibrista perfecto, se movía intrépidamente en la línea roja, con  imperceptibles baterías dialécticas, que le permitían hacer de la palabra todo un arsenal mortífero contra el engaño, la corrupción y el sometimiento de los débiles.

Pero con su elementalismo, conseguía activarnos la esperanza, en un histórico permanente de la memoria “todo lo que nace muere, todos los imperios entraron en decadencia, todos los sistemas se agotan o se destruyen”.

 Y efectivamente incluso el capitalismo se está desmoronando, pero dejando demasiadas injusticias letales, recordándonos obscenamente que la muerte es el precio de la vida,  a esto le llamaba entropía, convencido que el mundo occidental estaba sufriendo una vertiginosa metamorfosis.

Sus lecciones estaban cargadas de antídotos, con su acérrimo culto a la discrepancia y a  la disidencia, aprendimos a no creer en lo absoluto, a romper con los dogmas,  tuvieran el color que tuvieran, por eso nunca anaranjó el rojo, ni enmudeció su oposición a los poderosos, siempre se negó a reproducir la ideología dominante, no tuvo precio.

En una de sus últimas clases explicó, como la libertad vuela como las cometas, y decía vuelan porque están atadas, y la cuerda que las sujeta se llama igualdad.

Me he quedado sin oráculo, nos hemos quedado sin oráculo, beberemos de tu manantial, te prometo que aprenderemos a aprender a decir definitivamente “no”. Hasta siempre maestro.

Kechu Aramburu.
El Correo de Andalucía, 11 abril 2013

La educación, como factor de recuperación social


Decía Gabriel Celaya que “la poesía es un arma cargada de futuro”, y en los albores del siglo XXI, cuando esta sociedad ha tocado fondo, y necesita además de lo básico, saber las preguntas y las respuestas, el conocimiento como aprendizaje social se convierte en un arma cargada de liberación.

La docencia es posiblemente la profesión más arriesgada en esta civilización, trabaja con material humano en estado puro o en posición de desaprender. El alumnado es influenciable, cincelable e indefenso, hambriento de conocer los centros de interés marcados por su entorno, su familia y su escuela o universidad.

Tal como nos recordaba Paulo Freire en la Pedagogía del oprimido, “no se trata de una inmersión en la cultura letrada”, que se aprende memorísticamente en los libros, que también, exclusivamente tecnologizada o adaptada al mercado, estamos dando una vuelta más a la tuerca, que consiste en dar herramientas sin oxidar, para poder ser capaces de desenvolverse en un mundo de altísima complejidad, con un gran desinterés por la formación interdisciplinar, cuyos receptores terminan siendo exportados, y con una desinformación codificadora del pensamiento único. 

Constatada la teoría de VigostsKy, de que el ser humano ya trae consigo un código genético, pero que se desarrolla en función de su aprendizaje, cuando interactúa con su medio sociocultural, nos emplaza a involucrarnos para desarrollar una labor docente de facilitadores de dicho proceso.

Por eso, aunque sería un error construir estrategias en base a alarmas sociales, igualmente irresponsables serían las personas si se acomodan a la tolerancia cero frente a la ignorancia, como parte de un pensamiento débil, por eso la quiebra del sistema educativo puede venir de sus demoras para incorporarse a los cambios, agudizándose con las ofensivas, que rayan el escrache, por señalarnos como “adoctrinadores” a quienes tratamos de hacer ciudadanía libre y critica en nuestras aulas.

Pero siguiendo la línea Kantiana, compartiré que la razón educativa debe comprender sus límites y sus posibilidades, no somos los enseñantes salvadores de nadie, pero sí podemos acompañar a los actores de esta sociedad en el recorrido del fracaso o el éxito, porque nadie aprende a andar sin antes haber gateado.
Kechu Aramburu.
El Correo de Andalucía, 4 abril 2013